Extraño

Extraño

De pronto todo era nuevo. Los de la oficina de la cabeza, siempre tan tranquilos y calmados, se retorcían por todos lados intentando comprender qué pasaba. En las escotillas de la piel estaban todos boquiabiertos contemplando ese paisaje nuevo y desconocido para ellos, mientras que los de los ojos nunca habían estado tanto tiempo sin luz. En los pulmones aprendían a nadar, el ascensor de la garganta era ahora un tobogán donde los de la boca se tiraban a navegar. Los más aburridos eran los del corazón, siempre trabajando y ahora sin nada que hacer. Y entre todo el barullo nadie se dio cuenta de que los del alma, se despedían.

Francisco Solanes
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