Germen
- publicado el 30/12/2013
-
EL GUERRERO NEGRO
El Guerrero Negro terminó de afilar su espada y derramó sobre su filo unas gotas de aceite de salamandra. La hoja oscura comenzó a arder con fuerza y tuvo que deslizarla en la vaina de piel de dragón para contener la llama.
– «¡Los aldeanos temblarán al verla!»
Su esposa le ayudó a colocarse el yelmo y su hijo corrió a abrazarle. El Guerrero sonrió al ver cómo el pequeño aprovechaba el abrazo para hacerse disimuladamente con el frasco de aceite.
– «Este chico promete.», pensó.
Lleno de orgullo, el Guerrero Negro montó su caballo y se alejó al galope.
Últimas entradas de Esau Dharma (ver todo)
- EL GUERRERO NEGRO - 21/01/2014