El amor no lo reflejo como ayer.

Había sido mi primera novia, con la que sólo intercambié un casto y emocionante beso. Ahora, después de cuarenta años, al volver a verla, se despertó en mí el fuerte deseo de amarla, de compartir con ella los sentimientos tantas veces soñados y anhelados. Sin embargo, no pude ni siquiera insinuárselo porque, como canta el poeta, “el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, el amor no lo reflejo como ayer”.

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