Delirios de trasnochador

Estoy mal, pero por segunda vez en mi vida la lectura me está salvando.

Ahora que me doy cuenta, es increíble el poder que la lectura ejerce sobre mí. Me pregunto si seré un caso aparte, o es la lectura en general tan influyente. He pasado más tiempo leyendo que durmiendo, y por tanto más tiempo soñando que despierto.

He devorado más de mil páginas en menos de tres días, una vez paraba de leer el día había cambiado, en caso de haber empezado por la noche, esos míticos capítulos de antes de acostarse, se convertían en una infinidad de capítulos y si el libro es bueno la lectura gana la batalla al sueño, hasta que se acaben las páginas o bien amanezca. Y en caso de empezar por el día he de parar para encender una luz.

Cada vez que me pasa me sorprendo, pues las causas físicas me hacen detenerme un instante, y es entonces cuando me do cuenta del tiempo transcurrido. Me paso las clases leyendo, yo el día de hoy, en este mismo momento abandono y me arrepiento de mi cruzada personal contra los ebooks.

Aunque ningún aparato podrá jamás recrear el delicioso olor a libro viejo, las hojas amarillentas gastadas por el paso del tiempo, que tantas veces me llevan a preguntarme por los anteriores lectores del libro en cuestión, las tapas duras, de cuero a ser posible, y si no que huelan a ello por lo menos. La encuadernación de los libros modernos nunca me ha atraído, ha algunas portadas muy bonitas, pero nada equiparable a la sensación de curiosidad que me embarga ver un libro sin título, un montón de palabras que encierran un misterio, y a su vez encerradas entre dos tapas de un vivo color, rojos carmesís, verdes esmeraldas, verdes oscuros como el del agua pantanosa, o el clásico azul marino; todos ellos deslustrados, dando aspecto de antiguos, que no de viejos.

Además estos libros suelen hallarse en su sitio, sitios idóneos para llamar la atención de los curiosos como yo. Estanterías gigantes, con una infinita colección de libros. Pero no la clásica colección que pretende mostrar sensación de riqueza por parte del dueño, no, es una colección que con solo mirarla sabes que cada libro que he allí presente ha sido escogido a conciencia.

Dejando de lado mi extraña atracción hacia los libros mohosos y con historia personal, vuelvo al tema del ebook, y es que es en parte el culpable de este monólogo interno que estoy teniendo.

Es ligero y discreto, sobre todo discreto, bueno me refiero a que es pequeño y eso me ayuda a ocultar que esto leyendo en las clases, porque en realidad no es para nada discreto, es rosa fucsia y tiene un extraño brillo que lo hace más llamativo, no es el clásico brillo metálico, es más bien como el brillo de la purpurina.

No es que me importe mucho el color de mi ebook, pero si la cara entre espanto y comedia que pone la gente al verme sacar el ebook del bolsillo, rosa y con purpurina, y coger con un ligero floreo el palito tactil, también rosa, con el que manejo el aparato. Me gusta hacer floreos con él, en ocasiones imagino que es una espada, y que contraigo un combate de esgrima con la pantalla. Yo me divierto, la gente sonríe, a mi costa, pero al menos se olvidan de sus problemas un segundo para reírse del loco espadachín de rosa lanza que arremete contra ebooks como si gigantes fuesen. Eso me hace pensar que hay gente que está peor que yo, pues si al mínimo gesto de simpática locura en un desconocido te diviertes hasta el punto de reírte, significa que necesitas evadirte y aprovechas cualquier oportunidad para sonreír, y esta frase tan a menudo recomendada en los libros de autoayuda, la digo en un contexto triste y negativo.

Por eso he pensado en hacer algo parecido a Noviembre, la gente merece unos Punkis alegres de vez en cuando.

Y miro más allá. Quiero hacer un teatro único, que estremezca, que ilusione a la gente, un teatro inteligente, pero con buen humor, nada de decadencias vitales y traumas no superados, tampoco comedias de enredo, donde se deje a la vista que la vida es muy simple y pese a ello la estropeamos tan a menudo, solo por complicarla.

No sé que quiero hacer, pero de momento seguiré con mi reflexión sobre la lectura, espero no salirme más del tema, me cuesta mucho escoger título y no querría cambiarlo ahora que ya lo tengo pensado.

Me ayuda a evadirme por completo, hay gente que cuando no puede superar sus problemas los evita, cierra los ojos y deja de sentir, tan solo se deja mecer por la corriente. Otros los dan por perdidos, y ahogan sus penas y sus vidas en la bebida, o peor, en la droga. Hay quien se corta, solo por saciar ese frustrante dolor. Mucha gente se vuelve adicta a cosas que en principio no eran malas, como el deporte o las relaciones sociales. Pero se olvidan de todo lo demás, y eso al fin y al cabo es perder la vida, salvando una pequeña parte. Los hay peores, de los que se ponen a escribir sus reflexiones vitales en una página web a las dos de la madrugada.

Pero el poder de la lectura es mayor, es superior a la suma de todo ello, al menos en mi, pues cuando no es suficiente ninguna de las cosas anteriores, o cuando éstas te autodestruyen, la lectura siempre está ahí.

Devorar libros es algo increíble, no se si bueno o malo, pero la sensación de terminar de leer y tardar un rato en saber si estás fuera del libro o no, es indescriptible, por eso insto a que la gente lea, porque ya no solo te evade, también te enseña, los escritores, que suele ser gente con muchas experiencias vividas  y tiene algo que contar. No como yo, que escribo desde la ignorancia, del que apenas acaba de atisbar el mínimo resquicio de lo que es la vida; y pese a ello ya tiene mucho que decir, imaginad el que aparte de escribir bien, sabe de lo que habla. Por eso repito, leed, dejad prejuicios de los que luego os arrepentiréis por los años perdidos. (Tal vez parte lo envíe luego al blog de una biblioteca escolar, por eso este parrafo).

La primera vez que estuve tan mal como para devorar libros, fue a los 11 años, y recuerdo perfectamente algunas cosas curiosas, que calle por educación y pensé por orgullo, orgullo y el hecho de tener pensamientos de cretino (por suerte solo sobre los de mi calaña).

Recuerdo en especial una de las primeras veces que un profesor me pilló leyendo en clase, y me abroncó, seguramente exagere pero lo recuerdo como una bronca injusta, y yo odio las injusticias, pretendía desahogar conmigo que el resto de la clase hablase en vez de hacerle caso. O al menos así lo sentí desde mi punto de vista de cretino inseguro al que atacan injustamente.

 

– Es una falta de respeto muy grave, hacia tus compañeros y hacia mi -dijo mientras los demás seguían hablando, ajenos al profesor y sus enfados pasajeros- pues muestra lo poco que te importa todo.

-No a todo, solo a tu clase. Si la gente habla es una ofensa, pues desprecian tu trabajo y te faltan al respeto. En cambio, si la gente lee es un claro mensaje de que tienes que cambiar tu forma de dar clase, pues hasta los niños buenos y «respetuosos» pasan de lo que dices- pensé en decirle, incluso lo escribí en una hoja que aún conservo.

 

Menos mal que a pesar de todo el cinismo y lo cretino que fuese, algo de sentido común tenía y no llegué a decir nada. Hoy en día he perdido todo ese sentido común, menos mal que también me libré de los malos adjetivos que en este ejemplo me describen, hiriente, cretino y cínico. Tres cosas que de forma irónica, bueno  más bien hipócrita,  he acabado despreciando muchísimo, no a ello en sí, sino a las personas con dicha naturaleza.

Y esta es la historia de como lo que empezó siendo una oda a la lectura, acabó convirtiéndose en una extraña crítica personal de rencillas de la infancia que aún no me he perdonado.

PD: si alguien lo lee, podría decirme ¿A qué género lo debería clasificar?

 

Marcos Miron Olona
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3 Comentarios

  1. "La chica Misteriosa" dice:

    Sigue escribiendo, se te da genial, leer es apasionante si, pero debes descansar también, eres bueno, sigue así 😉

    1. Marcos Miron Olona dice:

      Muchísimas gracias, desde luego que seguiré escribiendo y más aún si veo mensajes como este.
      Bueno, supongo que el cansancio ayuda a no pensar, en parte es lo que busco, pensar y recordar van de la mano; pero no conseguiré nada bueno si sigo así. Seguiré tu consejo 🙂

  2. Irene Sanchez dice:

    ¿Inclasificable?…
    Comparto tu opinión acerca de los libros viejos, o de los libros en sí, creo que es mil veces mejor un libro que un ebook, supongo que por la sensación que me transmite al leer y pasar las páginas, la textura sobre mis dedos, el olor… no lo sé. El caso es que un año me regalaron un ebook y está viendo pasar los días metido en un cajón mientras yo sigo comprándome libros de tapa dura.
    También coincido en que la lectura es un buen método para evadirse de la realidad. Tuve une época en la que necesitaba alejarme de todo lo que me rodeaba, de mi vida, y sí, leer es lo que tiene, que por unos minutos, unas horas, un instante… estás en la vida de otro. La música también ayuda mucho, el deporte… no los descartes 😉

    En fin, me ha gustado tu forma de escribir y de expresarte. Te animo a que sigas haciéndolo, como bien dice «La chica Misteriosa», no le falta razón.

    ¡Un saludo y ánimo!

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