Sin postre

Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos. Ella esperó cinco minutos y sin nada que cenar recogió el resto de la mesa y dejó las lágrimas en el desagüe de la cocina. Los niños se hacían mayores de forma irremediable, las preguntas empezaban a no tener respuestas y el mes no acababa de llegar al maldito final.

Se secó los ojos, preparó un vasos de leche con medias galletas y se dirigió a la habitación donde encontró a sus hijos abrazados y muertos de hambre.

Didac Marin
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