Despedida en un día de lluvia.

Tumbado en la cama de una sencilla habitación en un piso de Zúrich, escuchó, por última vez, aquellos entrañables fados que le habían acompañado toda su vida. Fuera seguía cayendo esa lluvia fina, que había sido testigo de su nacimiento y, ahora, de su final.

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