Final

 

 

Cuando por fin  terminó  de empacar su maleta, lo embutió en una bolsa  cuidadosamente, lo puso al costado de su cartera para no olvidarlo y cuando salía de la casa, al pasar por  el contenedor de basura, lo metió adentro, cerró la tapa y abriendo  su paraguas, se alejó por la calle entre las indiferentes personas quienes no sospecharían jamás que acababa de deshacerse del gran amor que le tuvo durante veinte años a su ingrato y abusivo marido. Afuera sigue lloviendo, como toda la vida…

 

Camila
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