Hasta siempre, detective
- publicado el 06/03/2014
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Pequeña
Es posible que no sepas quien soy, es posible que te estés preguntando qué es esto y porqué te ha llegado a ti.
Quizás unas de las cosas que más me complace, es saber que en tu mente sigues pensando que eres inocente, y como tal, no mereces que te ocurra nada malo. Y sin embargo, estas letras, estas palabras están removiendo algo en tu conciencia y en tu memoria. Hay algo que no controlas y se te escapa, algo que te hiere, y aunque estoy en la distancia, o eso crees, una gota de sudor empieza a rodar por tu espalda.
Sé que se te han empezado a enfriar las manos, y que aunque a los demás les muestres tu hipócrita sonrisa, por dentro sabes que estás vacía, y que mereces lo que te va a pasar.
Sí, pequeña. Vas a morir. Todo lo malo que llevas cosechando ha dado sus frutos. Ha creado un enredo de rabia y odio que ya a estas alturas no vas a ser capaz de parar. Intenta escapar, si quieres, intenta correr, huir… no importa. Vas a morir. Llora, patalea, cae de rodillas, aráñate la cara y pregunta al cielo porqué te ocurre esto. Cada gesto, cada frase, cada lágrima será el aliño, el aperitivo, la guinda, el colofón de mi venganza.
¿Y sabes qué será lo mejor? ¿Sabes qué será lo que me haga disfrutar más de todo este juego? Lo mejor será que tendrás que vivir con ello los días que te queden. Me deleitaré viéndote morir, oh sí, sin lugar a dudas. Pero aún disfrutaré más observándote, viendo como esperas el momento, cómo el miedo te consume, cómo miras hacia atrás a cada paso que des, cómo correrás los últimos tramos de la calle para esconderte en tu portal, como suplicaras para que alguien te acompañe al salir de trabajar, como tu vida se convertirá en un infierno de dudas, de incertidumbre, de miedo, de terror. Lo mismo que tú me hiciste vivir a mí.
Sí, pequeña. Vas a morir. Y no eres capaz de imaginar quien soy porque le has hecho daño a tanta gente que cualquiera podría ser tu depredador.
Sí, pequeña. Vas a morir. Y cuida tus espaldas, y la brisa que entra por la ventana y enfría tu nuca. Y cuida el té que bebes, y las personas que te rodean cada día, tal vez esté entre ellas. Cuida que nada se esconda debajo de tu cama… o de tu coche. Porque tus horas están contadas. ¿Cuántas? Sólo yo lo sé.
Sí, pequeña. Vas a morir. ¿Te he dicho que me encantan las lágrimas de tus ojos azules que ahora corren por tus mejillas arreboladas?