Hasta siempre, detective
- publicado el 06/03/2014
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El fetichista de candor
Ansiado cadáver mío:
A dos pasos me quedé la última vez que me acerqué a ti, de no ser por aquel dichoso perro que te avisó de mi presencia hoy estarías en mis manos, ellas están deseosas de tocar tu piel blanca, tu pelo cobrizo y de cobrarse aquel mordisco que me diste, te juro que no voy a descansar hasta verte fallecer, no tengo la más mínima intención de dejarte escapar de mi, ni de que tu sufrimiento sea leve, todo lo contrario tengo estudiado cada centímetro de tu piel, y como lo voy a martirizar, me regocijo de placer en el pensamiento de tenerte a mi merced, y lo conseguiré aunque tarde una vida entera, no tengo otra misión únicamente estar pendiente de ti, te crees que porque hagas un curso de defensa personal, lleves espray de pimienta en el bolso o cargues a todas partes con ese pequeño revolver, sé de sobra que no está cargado, tú no tienes valor para eso, eres una cobarde que se esconde en casa, bajo la cama como niña pequeña, pero no hay un sitio seguro, eso deberías de saberlo ya, y olvídate de esas vacaciones en Puerto Rico, o de pasar una temporada con tu tía Elena en Francia, estoy más cerca de ti de lo que piensas y pronto, muy pronto, nos veremos las caras.
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