Silencio, se rueda
- publicado el 14/12/2008
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Silencio
Simplezas que configuran ese infierno absoluto, amplio, hirviente, sofocante, victorioso. Una victoria que siempre sabe a derrota. Una derrota del tiempo consumido en afanosas obsesiones que purifican y destrozan el cuerpo. Mi cuerpo que no es de nadie, que no es mío ya, que se tambalea y cae fácilmente. Con esa facilidad que tiene el respirar gases tóxicos y no poder morir. Muerte de eso que no dices porque no tienes espacio para hacerlo. Espacio negro en el que la oscuridad mancha mis ojos y los vuelve parte de ese profundo abismo. Callejón sin salida, intervenido por las palabras que nunca llegué a plasmar en esta vida. Vida que comienza contigo y termina conmigo, inundada de un amor corrosivo, que destruye esa materia que ya no quiero ser, que desaparece mis manos vacías y termina dañando mi mente aturdida. Ahora bailo al son de un tango que no sé bailar, de un ritmo que no puedo adoptar, de ese tempo que deja espacio para los silencio. ¡Silencio! Quiero escuchar cómo no dices nada. Quiero percibir cómo la ideas se atoran en los engranes de ésta máquina –sublime, andariega, dubitativa-. ¡Silencio! Que el sonido de tu voz apagada sea hoy una certeza, y no quede aire que consumir una vez terminada la batalla… Silencio, silencio, silencio.
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