Mi amigo alado

Como cada tarde paseaba distraído, iba pensando en la belleza de un velero que acababa de ver surcando la ría. No le vi y casi le piso. Un pequeño ruido había llamado mi atención , miré hacia abajo; dando pequeños saltitos,  asustado y sin saber muy bien hacia donde dirigirse, el gorrioncillo huía de mi.

Me detuve de inmediato, él, al verme quieto, también se paró.

Le observé con detenimiento, estaba a cuatro pasos de mi, tenía un ala rota y pequeñas gotas de sangre aparecían desperdigadas por la senda de su huida.

Con sumo cuidado me fui acercando tratando de no asustarle. Cuando por fin pude cogerlo con mis manos, tratando de hacer la mínima fuerza posible, le tranquilicé acariciándole la pequeña cabecita.

Me lo llevé a casa y allí le curé, lo mejor que supe, su ala rota. Le di miga de pan y puse un platillo con agua para que bebiese. Así lo dejé, dentro de una caja de zapatos, esperando que se recuperase.

Lo hizo, a la semana ya movía su alita entablillada.

Con mucho cuidado le liberé del esparadrapo que sujetaba dos pequeñas tablillas de madera. Me acerqué con él en la mano a la ventana, la abrí y lo deposité en el alféizar. Él se quedó inmóvil un rato, luego volvió la cabeza hacia mi y puedo jurar que me guiñó uno de sus pequeños ojillos, luego dando un salto al vacío, voló.

Desde entonces, no hay una tarde en la que el gorrioncillo no se acerque a mi ventana y pase allí posado un buen rato. Yo creo que viene a saludarme, es su forma de agradecerme que le curase. Le miro, me mira y nos guiñamos un ojo, luego vuelve a dar un salto al vacío y sale volando feliz y libre.

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1 Comentario

  1. VictoriaPermuy dice:

    Me ha emocionado tanta ternura, no sé si cierta o no esta historia, pero ha sido la más bonita que me han contado en mucho tiempo, ES PRECIOSA, me ha cautivado toda ella pero el guiño de su ojo me ha parecido un gesto difícil de inventar, será cuento, pero fantástico digno de un gran ESCRITOR.
    Enhorabuena, menos mal…!!! esta narración produce una sonrisa difícil de desdibujar de la cara, y, todavía la conservo. Un saludo Victoria.

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