Me gustan las cosas sencillas

Guille y Fran tenían un pie puesto en la infancia y el otro en la pubertad.

— ¿Sabes? —habló Guille— Mi equipo favorito metió tres goles el otro día.

Fran actuó como si tuviera la cabeza en otra parte. Posiblemente, no le importó el comentario.

— ¡Mira! —exclamó de pronto— ¡Una bandada de vencejos! ¿Has visto alguna vez tantos pájaros juntos?

—Pero Fran, ¿cómo puedes ser así de simple?

—Ah, bueno. Es que me gustan las cosas sencillas.

Ursula M. A.
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