«VENENO MAGICO» D.O.

Como un mago como el que sale en los cuentos

con bata larga estrellada  y un cucurucho a juego

dentro de un laboratorio, sin conejillos de indias

ni ratas ni ratoncitos, ni chimpancés ni gorilas…

 

A mí me tiene encerrada en una jaula «colgada»

y de sus experimentos, a quien me dá «la cata»

¡sabe dios lo qué utiliza!, pues en secreto lo lleva

en todos los fuegos tiene hirviendo veinte probetas.

 

Y empieza como un poseso a mezclar varios brebajes

se «enchufa» varias pipetas que una a una va llenando

de aquellas «sopas»… ¡ que ni dios sabe qué llevan!

ni de Maggi ni Avecrén de eso, estoy segura también.

 

Las mezcla y las entremezcla, las cuela y les dá mil vueltas

y les añade colores, pétalos de algunas flores, raices…

yo creo que hasta pieles de culebras, de sapos y hasta de topos

aquello «dá mala espina»… en mi jaula, prefiero cerrar los ojos.

 

Y cuando termina todo, escribe en una libreta paso a paso…

¡LA RECETA!: los ingredientes, sus gramos, los mililitros…

los grados y tiempos de la coción, sin dejar detalle fuera…

y vierte el «MAGICO CALDO» en jarra de fino cristal.

 

Se despoja de su bata, cucurucho y de sus guantes

y la jarra de cristal la introduce en la nevera.

Se viste camisa blanca que completa con smokin

su fajín, su pajarita y guantes blancos de seda.

 

Y yo, metida en la jaula, con bata de «guatiné»,

los rulos en la cabeza y zapatillas caseras…

hecha un «cuadro» con la cara embadurnada

de la «crema de belleza», ( otra receta de él ¿…?)

 

Y así tal cual, de esa guisa, me dá una copa a beber

fresquita de la nevera… más dos cubitos de hielo

un palillo con cerecita en el fondo y pajita «pá sorber»

y me la «enchufa» en la boca…y me la obliga a beber.

 

Me niego una y otra vez, pues miedo tengo a morir

y entre su pulgar e índice…él me aprieta mi nariz

y ya… no me queda otra…¡A tragar -oigo- pardiez!

y vaya que si tragué, hasta la última gota y la cereza también.

 

Empecé a notar mareos, la cabeza por un lado…el cuerpo¿…?

ni sé dónde lo tenía, no sentía ni los brazos, ni las piernas, jajaja

en RAMBO me convertía… lo había perdido todo, bueno todo no

porque la jaula allí seguía, encerrando a…¿¿¿…???¡ no sé qué !.

 

Y en unos cinco minutos… ¡empecé a encontrarle bien!…

los rulos, en flores se convirtieron, la bata en un kimono de seda

con miles de mariposas de todos los colorines revoloteando en él

y las zapatillas de casa en zapatos de tacón de diamantes y esmeraldas.

 

Y con música de Mozart, se abrió la puerta de la jaula que me encierra

y acercándose despacio, extendió su fuerte brazo con gesto ceremonioso

la mía cogió en el aire, se inclinó para besarla… y en sus brazos me cogió

y sacándome de ella, en un «pis-pas» se convirtió en un lecho de algodón.

 

Y allí me hizo el amor y también se lo hice yo. El a mí.. yo a él… y los dos…

y… en los «intermedios» llenábamos nuestras copas con aquel dulce veneno

que nos íba «emborrachando» de una manera divina, de una forma deliciosa.

Y los dos somos «adictos»y en barriles lo tenemos y…¡a todas horas bebemos!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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