Y SE PREGUNTA

Una y otra vez lo hace

últimamente a menudo

de por qué y cual  la causa

de su vida  desgraciada.

 

Ni fué igual ni parecida

a la de otros mortales…

si la echaron mal de ojo

o ¿ era ya predestinada?.

 

Pues sí que es una «p—-a»

tener tanta mala suerte…

sólo cuando era pequeña

fué feliz… no desdichada.

 

Y tantos  cientos de días

viendo soles que no brillan

nubes de color negruzco

y estrellas con luz opaca.

 

Cielos que no eran azules

mares grises y crespados

playas con carbón de arena

caminos llenos de zarzas.

 

Ni flores en los senderos

vacios de hojas los árboles

sin frutos de ellos colgando

ni sombra que un sol tapase.

 

Tanta desdicha y penuria

tanto asco… tanta rabia

guárdándose día a día…

sus tristezas y desgracias.

 

¡Qué mala suerte ha tenido!

más aún … ¡qué mala baba!

no han podido más cebarse

en un cuerpo y en un alma.

 

Sólo piensa en un milagro

si es que todavía se hacen…

es su duda que haya «alguien»

que exista para enmendarla.

 

Y ella sigue preguntando

y «nadie» contesta nada…

lo hace cuando se levanta

cuando se acuesta lo hace.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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