ERASE UNA VEZ…

Hace mucho, mucho tiempo, una adolescente de su época, una chiquilla alegre, feliz, muy, muy inocente, mucho más que sus compañeras teniendo la misma edad, también vaga, muy vaga, mucho más, también que las anteriores, no le gustaba nada, nada ver un libro delante de sus narices…le daban alergia aunque no se le mostraba ningún síntoma, (jajaja), no tenía complejo alguno, nunca llevaba medallas, bandas de honor… si acaso alguna en religión, labores, dibujo. En gimnasia era la mejor, una contorsionista a la que no le daba miedo dar volteretas o tirarse al plinton de cabeza, si entonces hubiese existido el puentin seguro que era la primera el lanzarse al abismo… no le daba miedo nada, bueno sí, sólo su padre al que le tenía verdadero pánico que creo confundía con el respeto. Eran otros tiempos en que no se podía rechistar a órdenes que eran sagradas… obligadas a cumplir como decreto ley.

Estaba siempre contenta, sonriendo, haciendo gamberradas que sigue recordando como si fuese ayer… todos aquellos recuerdos la hacen feliz, tanto que para ella no hubo època igual que aquella, tan segura está de ello que cree haber sido la niña más feliz que ha existido, apostaría lo que fuera por estar tan certera de ello.

Comenzó con aquellos: estoy por…, me gusta tal…, se creía estar enamorada de cada uno de aquellos chavales que podían hacerle «tilín» y le halagaba a los que ella hacía «tolón», pero sin grandes campanadas ni pequeñas campanillas.

Pero un día, no recuerda bien, el cuándo, el cómo, ni el por qué, conoció a un chico nuevo en la pandilla…un zascandil «venido» de fuera, entonces los «extranjeros» eran bienvenidos por aquello de ver una cara nueva…

Pero aquella «carita» de niño bueno encandiló a más de una y de dos y de tres y de cuatro… cinco seis… y no sé que número haría ella, si la sexta, la décima o… ella piensa que la segunda o tercera (ya digo que era muy, muy inocente…demasiado quizá), y a ella la «trajo de calle» desde el primer momento en que lo vió, se fijó en sus ojos, en su sonrisa y le sigue recordando tan y como lo vió aquella primera vez. Se enamoró locamente y para el resto de su vida solamente su imagen siguió en su mente y ese amor en su corazón.

No pudo olvidarle a lo largo de tantos años, aunque quiso hacerlo nunca fué capaz de lograrlo, es ese primer amor que aunque te den con un martillo en la cabeza, los pajaritos que revolotean a su alrrededor eran con su cara, un poco ridículos sí lo confieso, quizá deberían ser «pajarracos» como negras urracas… de ser así, creo que le sería más fácil borrarlo de su memoria, darían como «yuyu» y lo olvidaría enseguida.

No hubo cuento sino… «memoria histórica» fué una fantasía nunca narrada, sólo vivida en su mente y corazón. Imaginaba cada momento de su vida, cada paso, cada ciudad, dirección… sin saber si alguna vez se había movido o no de algún sitio, sin tener la más remota idea de dónde podía hallarse y menos, de volver a encontrarle.

Pero soñaba y soñaba, pensaba mirando a un punto fijo donde su imagen quedaba quieta pero siempre con su pícora sonrisa dibujada, nunca se lo imaginaba serio, solamente en ese estado lo conocía cuando cogía un enfado, que entonces era feo, feo de c—– y además daba mucho, mucho miedo, le cambiaba la cara por completo…pero en cuanto se le pasaba, -a veces tardaba lo suyo-, volvía a ser el más guapo del mundo.

Cree que lo ha vuelto a encontrar, ella se lo imagina con aquella cara de cielo, de niño inocente…todo careta de cartón. Ahora sí que escribe un cuento, ahora sí que quiere soñar con que es verdad que vive con él, que lo acaricia cuando ella quiere (que quiere siempre) que lo ama y besa como antes lo hacía, aún más si cabe… si puede caber…sigue chalada por él y quiere que esto sí empiece con el: érase una vez… y que algún día acabe con: Y colorín, colorado… y que se hagan realidad su fantasía, su cuento de hadas.

AMÉN.

1 Comentario

  1. Stradivarius dice:

    Muy grande lo tuyo Permuy.

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