Misión arqueológica (Parte VI)

Misión arqueológica (Parte I)

Misión arqueológica (Parte II)

Misión arqueológica (Parte III)

Misión arqueológica (Parte IV)

Misión arqueológica (Parte V)

 

RESUMEN

García es una arqueóloga espacial que ha encontrado, en un pecio abandonado,una esfera que atrae hacia sí la materia más ligera. Debido a que sus compañeros han tenido que abandonarla y su reserva de oxígeno se está agotando, debe realizar un alunizaje de emergencia en un satélite cercano con la vieja nave. Mientras desciende, la esfera ocasiona problemas atrayendo hacia sí los gases de la ionosfera y complica aún más el descenso.

 

Misión arqueológica (Parte VI)

García se percató de que la posición de la nave no la protegería si la esfera seguía atrayendo todo lo que se encontraba a su alrededor. El calor iba a seguir entrando. Respiró antes de ordenar a la nave que se colocara en una posición más adecuada. El giro, a alta velocidad y con la atmósfera poniendo al rojo blanco la cubierta, podía resultar excesivo para la estructura, pero permanecer de forma lateral no conferiría ninguna ventaja. El casco entero se contrajo en el giro y los oídos comenzaron a pitarle por el cambio de presión. Notó un hilillo de sangre descendiendo desde su nariz a los labios, pero el casco impidió que se lo limpiara con un movimiento intuitivo de su mano. La cabeza le latió fuerte y sintió como los ojos trataban de estallarle. Apretó fuertemente los párpados de forma automática. Un tremendo golpe le sacó del trance. Algo había chocado contra el frontal de la nave. Otro golpe igual de fuerte le siguió y, después, otro más. La respiración de García se aceleró y notó como se le enrojecía el cuello. Luego, realizó un control de daños. El reporte le hizo pensar que los controles se habían estropeado completamente. No había ningún daño salvo el de la puerta, insalvable, y el de la cámara externa, y el informe de la nave decía que esta última ya estaba reparada al ochenta por ciento.

La temperatura viró de pronto. Los gases ardientes desaparecieron. Incluso, una marca de vapor apareció en la visera de García, aunque automáticamente fue compensada por los mecanismos del traje. Había abandonado la zona caliente y entraba en una atmósfera más amable. A partir de ese momento, podía confiar en que la nave no se despedazara. Miró en la consola que tenía enfrente y confirmó su sospecha. Había alcanzado la clina que esperaba; había entrado en la estratosfera.

El frío, helador, no suponía un problema real. La nave estaba tan caliente por el rozamiento que tamponaba el cambio de temperatura. Además, el traje de García, adaptado al vacío espacial, podía enfrentar una eventualidad de ese tipo durante un prolongado periodo de tiempo. El suficiente para alcanzar la troposfera y alunizar. Respiró. Le quedaba poco más de media hora de autonomía de Oxígeno.

Se tomó unos instantes para recuperar la compostura antes de comenzar a realizar los cálculos del descenso. No tenía demasiado tiempo para realizarlo con precisión y no sabía hasta qué punto podía fiarse de los datos que le aportaba la computadora del pecio, pero no tenía otra opción ya que no tenía forma de ver hacia dónde se dirigía. Tendría que reducir mucho la velocidad para que el golpe no fuera catastrófico, pero no podía darse el lujo de perder demasiado tiempo pues necesitaba recargar con urgencia el tanque de oxígeno. Indicó a la nave que hiciera una aproximación a alta velocidad y que, posteriormente, la redujera bruscamente, dentro de lo que su propio cuerpo podía aguantar sin sufrir daños. Si la estructura se mantenía indemne, llegaría sin problemas al suelo y le quedaría oxígeno para quince minutos de actividad en superficie. Tenía, además, que solventar el problema de la esfera. Había comenzado a crecer de forma acelerada desde que cruzara la capa externa del planeta. Le resultó obvio que, si tocaba la superficie terrestre, comenzaría a acumular rápidamente materiales exponencialmente más pesados. Resolvió que, antes de que el aterrizaje estuviera completo, volvería a colocarla en su contención. Debía aprovechar el momento de gravedad cero que se generaría al compensar la atracción del satélite.

 

(continuará)

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