TU SOMBRA, LA MÍA.

Y corrí tras tu sombra

sin decirle a la mía

que también me siguiera.

 

No dejé ni miguitas

para indicarle a la mía

el camino de vuelta.

 

Y quedó rezagada, perdida

sabe Dios en qué esquina

sin saber dónde estaba.

 

Y, como una niña

que pierde a su madre

se quedó llorando.

 

No llevó carteles:

«SOY DE FULANITA»

¡que venga a buscarme!.

 

Ni un triste teléfono

ni una dirección…

olvidé apuntarlo.

 

Haces que me olvide

de mi propio nombre

de mis apellidos…

 

De dónde he venido

dónde me dirijo

¡sólo sé tu nombre!.

 

Y de él no me olvido

lo tengo grabado

por si yo me pierdo…

 

Puedas encontrarme

siempre tras la TUYA

¡la MIA tú halles…!

 

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