Volver a sentir
- publicado el 06/05/2021
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Caminando entre dinosaurios
No tengo los mismos ojos. Bueno, físicamente sí: tienen su escalera, su cristalino, iris, bastones y demás. Pero no perciben lo mismo que yo. Para nada.
Claro que no lo aceptan. ¿Cómo lo van aceptar? El futuro les parece paranormal, empero normal para los de mi especie, que somos pocos.
Igual que los felinos tienen un tapetum lucidum, -eso que les permite ver en la oscuridad-, y que desarrollaron por necesidad y adaptación, del mismo modo hemos evolucionado nosotros; mirando más allá de las tinieblas del ahora. Porque nuestro espíritu siente fuertes voliciones, tiene ansias de ser, arde en deseos de cambio y revolución, siente un impulso creativo y a la vez fantaseamos con quemar hasta los cimientos de esta civilización y construir de cero, aunque implique quemaduras para nosotros también. Nuestro ADN grita con cada nucleótido que ya no más.
Y lo mismo que los tiburones siguen sin apenas cambios, con sus tres párpados. Porque hasta ahora les ha funcionado.
Pero «lo que siempre ha funcionado» empieza a ser una estrategia de dudosa fiabilidad en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo..
Viven lejos de la luz y todavía se alejan más de ella con un trío de párpados.
Esas almas vetustas, ya son almas en pena, atrofiadas, que ni sienten las cadenas de la rutina que les laceran. Son ceniza en la brisa, son la inercia dejada atrás, el rebufo del tiempo, el humo del tubo de escape del progreso.
Cerebros de celacanto, viven sin encanto. Estancados en un tiempo que ya no corresponde. Están fuera de lugar.
Uno no es profeta en su tierra, pero mucho menos en otro plano, mundo o universo. Cuando ves lo que está a otra vibración, en otra dimensión, que todavía no se ha hecho tangible. Cuando haces malabares con sólidos platónicos y los usas como un juego de construcción por bloques, allá en el mundo de las ideas, ellos solo ven aspavientos y muecas.
Son definitivamente cavernícolas en la cueva, que nada renuevan. No lo ven aunque lo tienen delante: el futuro, la innovación, la renovación, se revela y ellos siguen alumbrándise con velas. Viendo solo las sombras en la pared.
¡Brujería! -Gritan-, ante cualquier cosa que no les alcance el entendimiento, y más si atenta contra su status quo.
No más de esta arquitectura, de este arte, de estas normas, de cada una de las maneras que dicen que siempre se han hecho así y no se pueden cuestionar. ¡Cuestionamos! Vaya que sí. Desafiamos todo lo presente, repensamos y reordenamos. ¡Ya NO más!
No hay más ciego que el que no quiere ver, pero en su caso no sé si pueden.
Y me compadecería si no fueran un obvio óbice para lo que ya se está empezando a plasmar de manera indefectible.
Definitivamente, no somos de la misma especie. ¿O acaso…?
Me pregunto si ellos, en algún momento, en su juventud, pudieron tener mis mismas facultades. Si también vieron de manera cristalina un mañana, que como en un laberinto de espejos, quedó deformado por los que para su tiempo eran los ancianos rancios, que a todo dicen no. Igual que sucede ahora.
A lo mejor perdieron su facultad de ver.
Es posible que mordieran la manzana de la comodidad, el confort, la seguridad, la moralina… y salieron del paraíso de la innovación y del futuro.
Espero nunca acabar como ellos.
¡No! No puedo permitirme convertirme en lo que tanto desprecio.
De momento me tocará seguir viviendo entre ellos. Pero ahora me pregunto ¿También se sentirían ellos caminando entre dinosaurios?
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