ESE ANGELITO «GRUÑÓN».

Increíble, pero cierto

con carita angelical

que ni una mosca ha «matao»

y que ni un plato ha «cascao».

 

Con esos ojitos tiernos

esa sonrisa de niño

las mejillas coloradas

que te lo comes entero.

 

Ese «Tiernito Galván»

que te deshace al mirar

que te produce un placer

¡que no se puede aguantar!.

 

Pues ese que es tan divino

se vuelve un feroz diablillo

en cuanto algo se tuerce

y pierde hasta los estribos.

 

¡Cómo se pone, señor!

esos ojitos se encienden

de las órbitas se salen

y se convierte en un ogro.

 

Y te pones a temblar

sólo con oírle hablar

se sale de sus casillas

porque no sabe contar.

 

Y, ni a diez ni veinte llegar

te empieza a chillar de pronto

echa sapos por su boca

y es que no te deja hablar.

 

Te hace encoger de repente

y en una enana convierte

no sabes dónde esconderte

te dan ganas de escapar.

 

Sí, puede que tenga razón

cuando se calma y te explica

entiendes su reacción

pero el miedo te lo metió.

 

Si es que no le «pega» nada

que se ponga tan gruñón

ya se lo han dicho mil veces

¡pues que no llegue a mil dos!.

 

Y con lo guapo que es

se le transforma la cara

y de repente se vuelve

en un ser, feo, muy feo.

 

 

 

 

 

 

 

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