Cuento de princesas
- publicado el 25/08/2008
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Paciente número 214
17:35 horas. Décima sesión.
Paciente: Techo.
Problema: Leve depresión debida al enamoramiento no correspondido.
– Buenas tardes, señor Techo.
– Hola, buenas tardes.
– Pase, pase. Póngase cómodo. ¿Quiere tomar algo? Mi secretaria ha traído unas galletas, caseras, hechas por ella, que están de muerte. Sírvase.
– Oh… muchas gracias.
– Bien, Sr. Techo, ¿cómo se encuentra hoy?
– Bueno… No muy bien, la verdad.
– Cuénteme, ¿qué le ocurre?
– Es que… No puedo más, doctor. La veo siempre. Durante todo el día. Está delante de mí y no soy capaz de decirle nada.
– Estamos, de nuevo, hablando de la señorita Suelo, ¿verdad?
– Sí, sí. No paro de pensar en ella. Está frente a mí día y noche. A veces me pilla mirándola… Y las paredes ya están empezando a cuchichear entre ellas. Saben mucho, ¿sabe? ¡Ay, si las paredes hablasen!
– Verá, Sr. Techo. Bajo mi punto de vista, creo que debería usted vencer su timidez e intentar hablar con la señorita Suelo. Lo hemos hablado usted y yo miles de veces, ¿me equivoco? Un simple “buenos días” bastaría. No es necesario más.
– Ya, ya. Lo sé. Pero es que, ¿qué le voy a decir? ¿Y si se ríe de mí? Mire, cada vez estoy más convencido de que nuestro amor es imposible. Creo que jamás la alcanzaré. Siempre nos separarán más de dos metros de aire.
– Mire, sé que las relaciones a distancia pueden ser difíciles. Pero si se saben llevar, no tiene porqué haber ningún problema.
»Caballero, quiero que impongamos una meta. Una meta que vamos a alcanzar. No es necesario decir un día concreto.
– ¿A dónde quiere usted llegar, doctor?
– Verá, quiero que, en el tiempo de una semana, hasta nuestra próxima sesión, usted le haya dicho algo a la señorita Suelo. Al menos un saludo, lo que sea. Y la próxima vez que venga aquí, quiero que me diga cómo se sintió. ¿De acuerdo?
– …
– ¿De acuerdo, sr. Techo?
– Bueno… Vale. Pero sólo un saludo. ¡Nada más!
– Claro, de acuerdo. Sólo saludar. Por cierto, siempre he tenido curiosidad, ¿por qué se enamoró de Suelo?
– ¿Que porqué? ¡Es el más maravilloso de los soportes! ¡La más perfecta de las fracciones arquitectónicas! ¿No es usted consciente de lo bella que es? Incluso cuando la manchan, aunque la pisen. Siempre la querré.
– Ya pero… son ustedes muy distintos, ¿no?
– Sí, ¡claro que lo somos! Pero ¿no sabe usted que los contrarios se atraen? Y cuando la limpian. ¡Ah, cuando la limpian! ¡Tan reluciente! ¡Tan brillante! ¿Sabe de lo que le hablo, verdad?
– Eh… sí, claro. Un suelo limpio siempre es agradable.
– ¡Por supuesto! Pero, ¿no es, a su vez, trágico? Destinada a sufrir el peso de los demás. Y yo, como mucho, sólo tengo que aguantar algunas lámparas. Ah… si por mí fuera llevaría todo el peso que ella soporta. ¡Si tan sólo pudiera…!
– ¡Y podrá, Sr. Techo! Podrá. Y en la próxima sesión, sin duda estará usted más feliz, porque habrá cruzado sus primeras palabras con su amada Suelo. Hasta entonces, caballero, quiero que medite usted sobre…
Y etcétera, etcétera. Durante una hora, la conversación apenas cambió de dirección. Realmente está sin valor para hablar con Suelo. Mi predicción es que puede llegar a tener una depresión mucho mayor si no actuamos rápido. En la próxima sesión recetar 200 litros de pintura acrílica para levantar el ánimo.
Yizeh. 15 de Junio de 2008
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ooo interesante relato
saludos
Una mano de pintura levanta el ánimo a cualquiera, además, los amores imposibles siempre son los más apasionados. Qué se le va a hacer.. con suerte, si se rompe alguna bombilla, alguién podrá interceder entre los dos amantes…
🙂 Me encanta!
Saludos!
Me sigue pareciendo bestial
Snif, snif. Gracias!
Jajaja, este relato es brutal.
Por algo ha ganado el premio al mejor de los mejores relatos! 😀
🙂 Me recuerda a un corto que vi hace no mucho
http://www.youtube.com/user/yourfilmfestival?x=player%2F9yUn_Ujo2GI__en_us
Puesto que tu relato es previo y aparece una consulta de por medio, me gusta más tu versión ^^
Ésta es la primera publicación de esta página web. ¡Hola, papá!