Felicidad, que bonito nombre tienes
- publicado el 03/07/2019
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Un posible futuro
Amanecí en una cama diferente. Me levanté despacio y me dí cuenta de que estaba sobre el suelo de una cocina de aspecto rústico y antigüo. Miré a mi alrededor y descubrí otros tres camastros, dos vacíos y en el último estaba sentada una chica.
Para mí era completamente desconocida, sin embargo, ella me sonrió, me agarró la mano y me condujo fuera de la casa.
El cielo era muy gris con tonos rojizos, las plantas eran de plástico y no se veían animales por ninguna parte. Nos sentamos en una colina, sobre el falso césped, y ella me abrazó cariñosamente. De pronto una sirena sonó fuertemente, poniendonos a ambos en pie de un salto. La chica me agarró del brazo de nuevo y tiró fuertemente de mí hasta el interior de la cocina.
Cuando cerramos la puerta a nuestras espaldas descubrí asombrado a las dos personas que ocupaban los otros camastros. Uno era un niño de unos siete años, pero muy serio. El otro era un anciano que se me acercó y se presentó bajo el nombre de «el padre».
Debió de leer en mi cara la desesperación y confusión que inundaban mi pensamiento, porque rápidamente me explicó lo que sucedía. No sabía exactamente en qué año estabamos, lo último que recordaba era la III Guerra Mundial. Ahora que la gran mayoría de la población había desaparecido, unos pocos se habían autoproclamado el Estado Mayor y controlaban a los pocos supervivientes aislandolos en sus propias casas. El método era sencillo, una vez al día y sin previo aviso, a cualquier hora, se hacían prácticas con cabezas nucleares en los pocos núcleos de población restantes. De esta manera, nadie huía lejos de sus refugios debido al miedo y se impedía la disgregación masiva y las interaciones inter-urbanas.
Me fijé entonces que la cocina no tenía ventanas, asi pues, era un refugio. Tenía dos salidas, la que daba al exterior y una que iba en dirección contraria.
Me explicaron que habían establecido unas cartas de racionamiento que eran completamente insuficientes y por ello salían en busca de cuerpos víctimas de las explosiones a los cuales se les cortaban las manos y los pies, pues eran las extremidades las que nos diferenciaban de los animales, según padre.
En ese momento se abrió la puerta trasera y entró un extraño ser cojeando. Era humano pero tenía numerosas malformaciones por todo el cuerpo, extremidades cercenadas y otras que colgaban de nervios y tendones. Se chocó con la chica cómo si no existiera y avanzó hasta Padre a quién exigió airadamente su ración de comida y la de sus compañeros. Tras recibir su botín, se internó de nuevo en la oscuridad de la puerta trasera.
Convivíamos, continúo Padre, con otras cinco personas víctimas de las malformaciones originadas por la alimentación y las radiaciones o directamente por ondas expansivas, etc… Sólo se dirigían a él, no existiendo el resto de personas a sus ojos. Eran apacibles pero tenían un hambre voraz.
Tras la explicación me senté en mi camastro y comencé a llorar y a devolver. Grité.
Fue entonces cuando desperté en mi habitación. Tarde unos minutos en asimilar que todo había sido un mal sueño, sólo un sueño.
Champinon, 30 de Julio de 2008, basado en un sueño propio
- Amont – Capítulo 5 - 23/12/2010
- Amont – Capítulo 3 - 09/12/2010
- Encerrados - 19/11/2010
El penúltimo párrafo expresa todas las emociones contenidas en este relato. Es la esencia, a mi parecer. Me gusta. Toda la desesperación que un futuro postapocalíptico puede generar está en esa línea.
Lo bueno de la Tercera Guerra Mundial es que el 90% de la población moriremos sin darnos cuenta de qué está pasando. El otro 10% lo tendrá muy chungo. Yo seré el 0,0000001% que viajará a otro planeta donde procrearé sin parar para preservar la especie 🙂
Por cierto, ahora que me doy cuenta, este relato debería ir más en ciencia ficcion que en fantasia, ya que fantasia te mete en un mundo totalmente distinto al nuestro (donde pueden habitar elfos, enanos, etc), mientras que en cinencia ficcion podemos englobar el genero «futurista», que es el que creo que mas se adapta a este relato.
De hecho lo metí en ambos… xD… Pensé que al tratarse de un mundo completamente irreal con plantas de plástico y sin animales también encajaría en ese género
Lascivo, te refieres al párrafo de llorar y vomitar, no?
A mi tb me pareció imprescindible