El enigma de la corona
- publicado el 19/01/2014
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Nuevo Caos Mundial
En Villaviciosa las cosas suelen ser tranquilas. No hay mucho tráfico, ni contaminación. De hecho, tampoco es que haya mucha gente. Es un pueblo tranquilo. Sin embargo, hoy se ha recibido un extraño aviso.
Me llamo Lolo Gomera, y soy agente de la policía municipal. Normalmente mi trabajo consiste en patrullar y multar. Es aburrido. A las diez y cuarto de la mañana hemos recibido un aviso de una señora en cuya cocina se ha producido un pequeño fuego. A las once estaba todo resuelto. Media hora después, hemos visto un Seat Ibiza amarillo aparcado en la zona de bajada del autobús, frente a un supermercado. Como el dueño no ha aparecido, hemos avisado a la grúa, que se ha llevado el coche. Una mañana normal.
Pero a eso de la una de la tarde, hemos recibido por radio un aviso muy extraño. La mujer que hablaba por la radio estaba muy alterada y no dejaba de gritar. Su voz normalmente debía de ser muy suave, pero los gritos eran de verdadero pánico. Entonces se cortó la transmisión. La radio dejó de funcionar. Totalmente.
Mi compañero, un veterano gordinflón, que sigue patrullando porque es tan inútil que no ha logrado ascender jamás en su vida, estaba increíblemente tranquilo, como si el hecho de que una histérica desconectara nuestra radio fuera algo cotidiano. Yo creo que simplemente pasaba de la situación, y de lo extraño que pudiera parecer. Sólo miraba su reloj cada cinco minutos deseando que acabara ya su turno.
Como no podía contar con mi compañero, empecé a decidir por mi propia cuenta. Total, tampoco me lo iba a impedir. Arranqué el coche y pisé el acelerador. En menos de tres minutos estaba frente al supermercado donde anteriormente habíamos avisado a la grúa.
El caos allí era total. Decenas de personas salían del supermercado corriendo en todas direcciones. A unos metros, donde estábamos nosotros, los curiosos empezaban a agolparse. Sin dejar que mi gordo compañero reaccionase, salí del coche y, pistola en mano, me dirigí hacia el interior del centro, esquivando abuelas y amas de casa que estaban a la estampida.
Lo que vi me dejó verdaderamente sorprendido. Un montón de monos de todas las clases estaban arrasando el supermercado entero. Los había de todas las especies, tamaños y colores. Asustado, empuñé mi arma y apunté a un enorme gorila que me miraba fijamente, a unos diez metros de mí. El gorila, que mediría dos metros (era enorme, en serio), cambió su expresión y se lanzó hacia mí de un salto. No tuve más remedio que disparar, y el silencio inundó todo el local. Apenas quedaba gente en el interior, y estaban tirados en el suelo casi todos. Los monos permanecieron callados, mirándome con una expresión de curiosidad que ningún humano podría igualar, hasta que todos, al unísono, comenzaron a gritar, enfurecidos.
Salí de allí como alma que lleva el Diablo. Me dirigí al coche y grité a mi compañero que pidiera refuerzos. Unas pocas balas no iban a bastar contra un ejército de simios.
En cuanto mi colega agarró el micrófono de la radio, todos los monos salieron del supermercado, encabezados por tres gorilas que llevaban sobre sus hombros al que había matado en el interior. Tras ellos, cientos de pequeños y nerviosos primates iban dejando un reguero de mierdas, heridos y coches abollados. Seguro que desde el helicóptero que acababa de llegar debía de parecer una hilera de hormigas que va marcando camino.
Los monos, ajenos al ruido del helicóptero, siguieron su camino, saltarines y destructores. La gente huía y yo me sentía impotente por no poder hacer nada más. Desde el aire, metralletas impactaban en unos pocos, pero no lograban detenerlos a todos. Unos orangutanes, subidos a los tejados, se abalanzaron hacia el helicóptero, sobrecargándolo por el peso y haciendo que cayera sobre la carretera.
A lo lejos se empezaba a oír ruido de sirenas. Algunos, los que no estaban demasiado horrorizados por lo que pasaba, respiraban aliviados, pero yo sabía que no iba a ser suficiente. Todos esos monos son imparables.
¿Es esto la ley de la jungla?
Yizeh. 11 de Agosto de 2008
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Sabias que…
«Champiñon desde niño ha querido tener un chimpancé» (No es coña)
pues ten cuidado con los chimpancés villaodoneros, porque levantarán sus hoces y su rabia, y se enfrentarán al pueblo humano
O.K.
Te reconozco que es muy bueno, pero preguntaré algo:
Porque razón has decidido ubicar este relato y no has hecho como en el resto?
Jumanjiiii
Muy buen relato. Felicitaciones al chef 😉
Verás, las razones pueden ser varias. Puede que sea porque me sorprende la capacidad de un pueblo como Villaviciosa de odón, con el que estoy relacionado, para que ocurran cosas curiosas, y cuanto menos rarísimas. Quizás dé más explicaciones más adelante
Y muchas graciass, hacéis que se me salgan los colores del colorete
Lo he vuelto a leer y me ha gustado más que ayer. Es aplastántemente divertido y a su vez crea un poco de suspense.
La pregunta es, ¿de dónde salen todos los simios?
A mi, y me pongo melodramático, me parece que es una metáfora del comportamiento del hombre…
No se,… conozco de buena mano a los villavicionenses (?) y hay veces que NOS comportamos como simios,… es más ,… el hombre es bastante simio
serás tú.
yo no soy nada simia.
de hecho, todas ellas aspiran a ser yo.
lo siento, tenía que decirlo
el relato es genial.
gracias ana!
no todos los villaodonenses son unos simios, eso está claro. No es el símil que busco en el relato. Sólo es caos. Puro caos.
De todas formas, todos somos un poco simios 😉
De hecho, procedemos de los simios. Excepto yo, que procedo de los hamsters.
xD
Viva los simios!
Cuales decias k habia? te dejaste alguno?
faltan muuuchos simios XD