Papi, hay un monstruo.
- publicado el 30/10/2017
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Cumpleaños Feliz
Era el día de mi cumpleaños. Cumplía cinco años. Estaba muy ilusionado, porque sabía que mis padres me iban a regalar un perrito. ¡Qué ilusión me hacía! Mi propio perro.
No era un día perfectamente perfecto. El cielo estaba nublado y mi casa estaba en obras. Mis padres eran científicos, y tenían un laboratorio en casa. Lo arreglaban cada dos por tres.
No sé muy bien cuál era la disciplina de mis padres, pero supongo que los desechos nuecleares estaban allí porque los necesitaban por alguna razón. ¡Ah!, y que no se me olvide, mis padres eran muy, muy despistados.
Tobi fue el mejor regalo que pude tener. Durante los veinte minutos que lo disfruté, fui realmente feliz. Correteé con él por el jardín y luego lo metí en casa, mientras que mis padres seguían fuera, tomándose un licor y relajándose, pues era domingo. Dentro de casa, Tobi, que era más bien nervioso y alegre, trasteó por cada una de las habitaciones, hasta que llegó al laboratorio de mis padres, en el sótano. La tapa del bidón donde estaban los residuos estaba desenroscada, y Tobi tiró accidentalmente el bidón, derramando un líquido de un morado muy intenso por todo el suelo, y manchando sus patitas. Yo, asustado, me eché hacia atrás, pero Tobi se quedó quieto, como hipnotizado. El líquido morado, al entrar en contacto con su piel, cambió a un amarillo rojizo, y empezó a brillar. Tobi salió de su trance y se dirigió hacia mí, muy despacito, pero con la misma expresión de alegría en su carita de cachorro, manchándome con sus pequeñas patitas llenas de residuos.
Tobi murió en ese momento.
Yo me había ensuciado las manos, pero ahora no era una mancha amarilla, sino azul. Los ojos me picaban, así que me rasqué, esparciendo ese mejunje por mi cara. No lograba que Tobi despertara, pensaba que dormía, así que lo cogí en brazos y lo llevé al jardín, donde mis padres seguían relajándose, en el pequeño porche.
Mis padres, en cuanto me vieron, lanzaron sendos gritos de terror, levantándose y tirando las sillas al hacerlo. No sé qué me pasó, pero en cuanto los vi y vi esa expresión en su rostro, dejé caer el cuerpo muerto de mi perrito y salté como loco hacia mis padres. En cuanto toqué a mi padre, su piel se tornó de un verde muy oscuro, y cerró los ojos al instante. Empezó a derretirse. Sí, a derretirse. Se volvía líquido, y yo absorbía del suelo todo lo que iba quedando de él. Mi madre se desmayó horrorizada en cuanto olió los vapores que emanaba el cuerpo de mi padre, y fue la siguiente en el menú.
Cuando la policía llegó, no quedaba rastro de nadie vivo, ni muerto, en mi casa. Creo que me desmayé al terminarme a Tobi. No lo recuerdo, pero creo que también me comí todos los residuos, no dejando ni pizca. Al despertar, yo era aparentemente normal, pero todos se extrañaron de que ni siquiera preguntara por mis desaparecidos padres. Desde entonces no fui un niño normal, ni siquiera de adulto. Mi mente no ha podido borrar jamás el recuerdo de ese día.
Claro, que no todos nos comemos a nuestros padres. ¿No?
Yizeh. 12 de Agosto de 2008
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ola? a nadie le ha gustado? tanto asco da k no merezco ni la más mínima crítica?
oh desolacion!
No flageles tu existencia con sendos lamentos hacia tu persona.
Está bastante bien el relato, aunque no es tan asqueroso como lo pintas XD
saludos
Es bueno, pero creo k tienes mejores. Siendo sincero…
Me pareció por el titulo y por como empieza que el tema emocional iba a ser fuerte… Me parece que si hubieras hecho quizas mas hincapie en este aspecto al «cambiar de tema» hubiera quedado mucho mas vistoso, del mismo modo, porque no pruebas a escribir de dos maneras diferentes, esa parte de narracion y una parte mas catastrofica, asi komo lo escribiste queda quizas muy monotono.
Toma critica! xD
ouh yeah! se agradece la critica, lo tendre en cuenta!
Pues a mi si me ha gustado. Un chaval que se come a sus padres con cinco años no se ve todos los días xD
gracias pequadt! cuando tengas hijos, te acordarás de este relato. Cuidadín con los regalos… juju
Hijo de perra!
Prefiero los gatos xD