En Vías de Putrefacción #9

(O de cómo pequeñas casualidades en realidad no llevan a ningún sitio)

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El inspector González siempre ha sido un hombre de fe. Buscador de la redención del espíritu y de la serenidad del alma. En la pequeña y céntrica iglesia, el inspector González expía sus pecados cada domingo. Este domingo en concreto, el aspecto del inspector González era más tétrico si cabe. Unas grandes ojeras resaltaban en sus pequeños ojos, siendo éstas más visibles aún que su espeso bigote.

El cura, con su aspecto desaliñado y su sotana llena de pequeñas manchitas blancas a la altura de la cadera, da la misa como si estuviera algo borracho. Sólo hay dos asistentes, el inspector González y una vieja con un carro de supermercado a su lado, lleno de objetos sin valor, y cuya cabeza cuelga de su cuello, apenas incapaz de mantenerse despierta.

-Hermanos, la búsqueda del mal, y del Maligno -Hace una pausa y se aclara la garganta, pese a que su voz carrasposa y arrugada no mejora. -La búsqueda del Maligno no nos hace sino más débiles… La búsqueda de la bondad y la felicidad es lo que nos acerca al camino para encontrar al Señor…

Un ronquido de la vieja del carro interrumpe al desaliñado cura, provocando una leve mueca de desprecio en su cara.

-Hermanos -ahora se muestra algo enfadado. -Podéis ir en paz.

La vieja, que parecía dormida, repentinamente se levanta, y tosiendo y escupiendo unas flemas sorprendentemente grandes y negras, agarra su carro y sale de la capilla. El inspector González ve cómo el cura se dirige al confesionario, donde hay un hombre esperando a su puerta. Era un hombre un poco alto y joven, de unos treinta años. Sonreía al cura con cierta malicia. Una sonrisa bonita, piensa el inspector González.

Cuando llega su turno, el inspector González se dirige al confesionario, cruzándose en su camino con el hombre de la sonrisa, que le dirige un leve “hasta luego”. Asintiendo con la cabeza, el inspector entra en el confesionario. Se sienta en algo pegajoso, pero no le da importancia.

– Ave María purísima…

– Er… Verá, padre…

– Dime, hijo mío, dime.

– Verá… Yo…

– Venga, hijo, coño, que es para hoy.

– Padre… Perdóneme, padre, porque yo he pecado.

Yizeh. 9 de Julio de 2008

Yizeh Castejón
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2 Comentarios

  1. Lascivo dice:

    como se nota cuando estamos de examenes, eh?

  2. Pequadt dice:

    Si xD
    Por lo menos algo de tiempo pa leer si saco 😛

    Tengo curiosidad de ver el final 🙂

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