Ángel. Capítulo 3 (de 8)

Enoc se levanta cada día antes de las siete de la mañana. Desde hace al menos diez años no ha podido dormir más de cinco horas seguidas. Los somníferos dejaron de hacer efecto hace tanto tiempo, que Enoc ya sólo los toma por pura adicción. Aparte de sus vicios, Enoc no tiene ni trabajo, ni mujer, ni hijos. Sólo se tiene a sí mismo. No le rodea nada ni nadie. No hay persona en la que se pueda apoyar en los momentos difíciles. No tiene amigos y a duras penas conocidos. Y todos los días se levanta antes de las siete de la mañana. Pero esta mañana es diferente. Sabe que se ha pasado con los somníferos y tiene miedo de las consecuencias. Nunca había tomado una dosis tan alta y no sabe cómo puede repercutir este hecho en su organismo. Tembloroso, se levanta y se dirige al baño. Sobre el lavabo, empapado en sudor, se introduce el dedo índice y corazón en la boca para intentar vomitar, pero no puede. Se echa agua en la cara y levanta la cabeza. Le dirige una mirada al espejo y éste se la devuelve, con total descaro, y mirándole por encima del hombro.

-Sé lo que estás pensando. -Le grita -¡Crees que mi vida no vale nada! ¡Crees que estoy pudriéndome aquí sólo! ¡Que soy un paria, un desgraciado y que todo cuanto me rodea es triste! ¡Pues estás muy equivocado, pedazo de mierda! No sabes lo equivocado que estás, ¡estúpido!. No, no lo sabes, no sabes nada…

El espejo permanece impasible, y la figura sombría que en él está dibujada sigue mirando a Enoc, con total parsimonia, como si no tuviera nada que ver con ella. Como si desde las sombras no le afectara ser el reflejo de alguien que no es alguien, de algo que no es algo, que no es nada. Enoc, furioso, agarra un bote de champú y, con gesto amenazador, sigue chillándole a la sombría figura:

-¿Qué te crees? ¿Que puedes permanecer ahí, detrás del cristal, ignorándome? Tú, que nunca has hecho nada por mí, ¿crees que eres mejor que yo? ¡Nunca me dijiste lo duro que podía ser todo! -Sollozó -¡He sido un imbécil toda mi vida por tu culpa! ¡No he sabido disfrutar de las cosas por ti! ¡Idiota! ¡No mereces nada, nada de mí! Porque sin mí no eres nadie, pero yo no te necesito. ¡Nunca te he necesitado y no te voy a querer nunca más! ¿Me oyes, pedazo de mierda? ¡Hijo de puta!

Y mientras el espejo imitaba cada movimiento de Enoc, éste se iba desesperando aún más. Hasta que vio que la oscura figura que formaba su reflejo ya no le copiaba.

Entonces ésta dijo:

-¿Y crees, estúpido, que el hecho de que hayas desperdiciado tu sucia y asquerosa vida, ha sido responsabilidad mía y sólo mía? -Dijo la figura en un tono que rayaba, más que la arrogancia, el asco. Mirándole como si fuese un experimento que ha salido mal, continuó, con sorna -Admito que algo he tenido que ver. Pero sin embargo, no he sido más que un pequeño empujoncito. La pequeña ayuda que necesitabas para caer por completo en el abismo. Todo el daño que has sufrido, amigo mío, ha sido culpa exclusivamente tuya. Eres asqueroso y mereces todo lo que te ha pasado.

Atónito, Enoc no podía más que balbucear.

-¿Ves? No eres más que un estúpido trozo de mierda. No mereces la piedad de nadie. Ni salvación. -Y, dirigiéndose a la luz, donde Enoc pudo ver que de su espalda salían, extendiéndose, dos enormes alas blancas, que contrastaban curiosamente con su cuerpo negro, dijo -Yo soy todo lo bueno que se ha podido sacar de ti. Ahora no eres nada. ¡Nada! ¿Me oyes? ¡Nadie en este podrido lugar daría un mísero céntimo por tu puta vida! ¡Nadie! Ni siquiera das pena. ¿Crees que alguien se iba a entristecer por tu muerte?

-Yo… y… yo… Ten… ten… go…

-¡Qué! ¡Ja, ja, ja, ja! Gilipollas, estás tan embobado por la droga que ni siquiera puedes hablar. ¿O soy yo lo que te ha dejado sin habla? ¿Te he sorprendido? ¿Acaso no es verdad que siempre has sabido que estaba a tu lado? ¡En cada momento de tu patética existencia! -Y, cambiando de tono, prosiguió -Pero, amigo mío, mucho me temo que esta vida para ti se acaba. Admítelo, no tienes nada que hacer ya en el mundo. No vales nada. -Concluyó, rotundamente, con una expresión de odio, dejando ver unos ojos rojos.

De repente, alargando su brazo negro y huesudo, de su ala arrancó una de sus plumas. Enoc, horrorizado, vio que se la ofrecía.

-Vamos, cógela, su extremo está afilado, ya sabes lo que tienes que hacer. Nadie te echará de menos.

Entendiéndolo, Enoc asió con fuerza la pluma con la mano derecha. Extendió la izquierda y se hizo un corte en la muñeca, lo suficientemente profundo como para dañar sus tendones, provocando que la mano colgara y pareciera ausente de vida, como muy pronto lo estaría todo su cuerpo.

Yizeh

Yizeh Castejón
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6 Comentarios

  1. consigueaccesorios dice:

    es que aun leyendolo por segunda vez me tiene enganchado al asiento, mola mola

  2. Pequadt dice:

    Pobre Enoc, victima de una putrida vida…

    En cuanto a la saga, he de decir que no puedo relacionar mucho este relato con los otros dos, pero supongo que mas adelante se vera 😛

  3. Lascivo dice:

    sí, más adelante ser verá, en el segundo relato. Quizás…

  4. champinon dice:

    Solo te dire una cosa:
    «Children, is down the road, not across the street»

  5. Lascivo dice:

    lo kéééé???

  6. eunpyeol dice:

    «Desde hace al menos diez años no ha podido dormir más de cinco horas seguidas»

    yo habría puesto toda esta frase en pasado, desde hacía …. no había podido…

    por lo que veo cada parte de momento es independiente y supongo que se relacionaran los personasjes más adelante… ya te diré cuando avance un poco más

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