Vidas de oscar

Ya estaba la función en marcha, como tantas otras veces. El actor principal de esta película de estreno directo en su videoclub, yo, ya está preparado para la siguiente escena. Otra intrascendente cita, camuflada bajo forzadas sonrisas, frases de manual, clichés, partes meteorológicos y caricias furtivas, frías, de piel de zapato. No sé cuantas veces había estado ya en este mismo decorado;  solo sabía que iba a volver a ocurrir, inevitablemente, noche tras noche, hasta que ellas se den cuenta del patético actor que soy, de la mediocre vida que llevo.

Ella era otra chica de piscifactoría. Lista, pero no lo suficiente para distinguir el lobo del cordero; guapa, pero no lo suficiente para ir rechazando posibles oportunidades de una vida de anuncio.

La cena fue bien, después de dos copas de vino la conversación se volvió entretenida, hasta cierto punto interesante, si me apuras. ¿La comida? Excelente. Un postre sugerente, con algo de chocolate y  fresas, copas, bailes, mentiras, una cama y fin.

 No hay mas historia. No hay un final sorprendente, un giro inesperado que atrapa al espectador, divirtiéndole, asustándole o conmoviendo su estrecho corazón. Nada de eso, solo es un juego, donde se vende una maqueta de un monumental edificio que nunca se construye  nunca hay que comprar sobre plano– .

Y ese era mi pasatiempo, ¿era una elección mía? Puede ser. No puedo negar que mis circunstancias, mi falta de valor, y mi reciente aversión a las relaciones humanas superiores me han empujado, en cierta forma, a esta vida de manipulación, engaño y sexo se relleno. 

No siempre fui así. Nadie es como es en el momento actual si no ha habido nada que haya golpeado sus cimientos con tanta fuerza que aun siguen temblando, apenas suspendidos en el aire. Pero cuando eso ocurre, cuando te has entregado de una forma visceral y adolescente a alguien y no ha salido bien, se toman precauciones. Cada uno elige la forma de levantarse, yo elegí la de seguir arrastrado por el suelo, con la nariz pegada a la humillación para, de vez en cuando, ponerme un disfraz de inocente seducción y salir a la calle a tentar a la suerte.

Por la mañana el sol ilumina con claridad toda la vergüenza esparcida en los espejos.

8 Comentarios

  1. Lascivo dice:

    Jo, ya van cuatro o cinco relatos seguidos con los ánimos por los suelos… snif… estoy por cortarme las venas de verdad, o ponerme a ver el club Disney, pa que se me pase.

  2. zilniya dice:

    Desde luego, esto es contagioso… Tendré que tomar medidas… 😉

  3. zilniya dice:

    Desde luego, esto es contagioso… Tendré que tomar medidas… 😉

  4. zilniya dice:

    Depresiones aparte, de los últimos relatos lloreros, este es el que más me ha gustado por la descripción tan cuidada del personaje. Eso sí «Sr.Wolf», cuidadín con los lapsus tipo «pagada a la humillación» (es ‘pegada’, ¿me equivoco?). Aparte de eso, buen trabajo!

  5. anotherwolff dice:

    una circunstancia de la vida contada de manera muy sutil, o todo lo contrario.
    el giro ineseperado es que no haya giro… me ha gustado mucho

  6. misterwolf84 dice:

    «pegada». Ya esta corregido, gracias por el aviso

  7. ameliemelon dice:

    a mi tambien me ha gustado.
    mucho mas sutil que los demas relatos pseudosuicidas de ultimamente.

    amelie…

  8. Pablo dice:

    Me gusta mucho la atmósfera que has creado hasta el último párrafo.
    Mucho.

    No me gusta, sin embargo, leer una especie de lección sentimental llena de sabiduría y madurez experta en tercera persona como parte de un relato que trata sobre eso.
    Pero es mi única pega, ese último párrafo que me ha chocado un poco. (El último sin contar la última línea).

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada