Surrealízate, hermano pez
- publicado el 11/09/2008
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Construyendo un Ángel. Capítulo 2
Juan Luis se despertó sudoroso. Miró el reloj. Aún eran las cuatro de la mañana. Se levantó sin hacer ruido para no despertar a su esposa. Temía que aún estuviera muy débil, y era muy protector con ella.
Ya en el baño, mientras orinaba, un escalofrío extrañamente largo le recorrió todo el cuerpo, empezando por los tobillos y acabando en la nuca. También le pareció percibir un leve destello en la oscuridad, por el rabillo del ojo. Como estaba muy cansado, no le prestó demasiada importancia, asumiendo que con lo oscuro que estaba, no podía haber nada allí. Se volvió a meter en la cama, mucho más tranquilo que como se despertó. No recordaba la pesadilla, pero algunas imágenes todavía llegaban a su mente, como flashes.
Dio un suave beso a la mejilla cálida de su mujer y se durmió.
***
Al día siguiente, en la consulta, Juan Luis se sentía aún amedrentado por la noche de pesadillas que había soportado. De hecho, la cabeza le dolía bastante, por lo que se recetó a sí mismo una tarde de baja. Así aprovecharía, además, para pasar algo de tiempo con su mujer, que seguía disfrutando del tiempo libre dado por la excedencia que le dieron en su trabajo, hace más de un año, por la enfermedad que sufrió. Encargó a su secretaria que cancelara las visitas de la tarde, alegando que estaba enfermo, y se dirigió a su casa sin más tardanza.
Al llegar a casa, dejó el abrigo en el perchero y entró en la cocina, lanzando un pequeño grito avisando a su mujer que había llegado.
– ¡Marta! ¡Ya estoy en casa!
No obtuvo respuesta, por lo que pensó que su mujer estaría dándose un baño, o bien habría salido de compras con alguna amiga. Preparó té y se sirvió una generosa taza, para llevarla a su despacho, donde quería repasar un artículo especialmente interesante sobre obstetricia. Pasó allí la media hora siguiente, hasta que oyó un ruido.
Era un ruido muy tenue, más bien un leve gemido. Pero Juan Luis se asustó, y volvió a sentir el escalofrío de la noche anterior, cuando estaba en el baño.
Siguió el gemido y se dirigió hacia el cuarto que compartía con su mujer. Allí la vio tirada en la cama, con signos de violencia. Signos de verdadera violencia. Mostraba varios golpes, hematomas y pequeñas rajas en piernas, brazos y cara. Semiinconsciente, seguía gimiendo incontrolada. Juan Luis no paraba de gritarle «¡Marta, Marta, cariño! ¿Qué ha pasado? ¡¿Qué es esto?!». Ella no respondía nada coherente, sólo seguía gimiendo. Juan Luis pidió una ambulancia de inmediato, y mientras esperaban a que viniera, cogió a su mujer en brazos y la llevó al sofá que tenían en el recibidor. Donde la recostó. Al dejarla en el sofá, logró descifrar algo entre la incoherencia de sus gemidos.
– Manuel… Bayón…
***
En el hospital, Juan Luis estaba experimentando un verdadero ataque de angustia. Manuel Bayón. Había oído ese nombre antes. Al principio no había caído en la cuenta, pero pronto recordó quién se llamaba así. El extraño personaje de la cena en casa del joven matrimonio, los futuros padres. Manuel Bayón… ¿Por qué había dicho su mujer ese nombre? Aunque pronto dejó de pensar en eso, al ver que el médico que la atendía salía del cuarto donde estaba ingresada con cara de preocupación.
– ¡Peláez! – el médico era conocido de Juan Luis – ¿Cómo está? ¿Cómo está Marta?
– Juan Luis, muchacho… No te preocupes, no se encuentra mal. Pero no te voy a engañar, ha sufrido mucho, y presenta algunas heridas algo preocupantes. Ahora mismo está sedada. Pero Juan Luis, tengo que comentarte una cosa.
– ¿Pero ella está bien? ¿Qué me quieres decir?
– Juan Luis, tu mujer ha sido víctima de una paliza. Y he de decir que quien se la haya dado no se ha contenido. Un poco más, y tal y como estaba ya su salud, hubiera sido fatal.
– Pero…
– Juan Luis, en estos casos, sabes como son las reglas, hay que avisar a la policía.
– Yo… Claro, lo entiendo.
– Celebro que así sea. Mientras llegan, dejaré que estés con ella, sólo porque te conozco, Juan Luis, y sé que no eres capaz de algo así, pero un celador estará contigo.
– Pero… ¡Tú no lo entiendes! ¡No había nadie más en casa! ¡Alguien tuvo que haber entrado antes que yo! Y además… ¡Manuel Bayón! ¡Ese hombre!
– Juan Luis, creo que estás muy nervioso. Por favor, mantén la calma. Como antiguo compañero, no voy a dudar de ti. Te veo incapaz de tratar así a tu mujer. Y menos aún cuando te he visto cargar con su enfermedad como si fuera tuya. Y no sé que tiene que ver el señor Bayón con esto.
– Tú… ¿Conoces a Manuel Bayón?
– ¡Pero Juan Luis! ¡Enfermera! – dijo dirigiéndose a una joven muchacha que estaba tras un mostrador, frente a ellos – ¡Prepare inmediatamente una habitación!
– Peláez, no sé qué…
– ¡Juan Luis! Estás en estado de shock. Manuel Bayón es tu suegro, y el máximo beneficiario de este hospital. ¡Enfermera! ¡Necesito una analítica y que este caballero guarde reposo ya! ¡Pero ya!
Yizeh. 1 de Diciembre de 2008
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realmente intrigante. nos dejas con todos los cabos sin atar, para que esperemos ansiosos las siguientes entregas, eh?
por ahora no le veo ninguna relacion con el relato «angel», salvo los nombres que se repiten, pero claro esta que sera porque es el capitulo 2.
espero que no tardes mucho en continuarla.
amelie…
Gracias, jeje.
Te diré que en el capítulo 2 de Ángel apareció Juan Luis por primera vez, quizás eso te resuelva algunas dudas.
Me deja el sabor de la intriga en los labios XD
si, ya lo relei, y eso me ha gustado muchisimo. y tambien me ha sorprendido que al final la matara. me da que pensar cosas, pero prefiero esperar a que continues la historia para ver si estaba equivocada o no.
amelie…
hola me encanto porque me atrapo hasta el final pero como sigue?
Me traumatiza un poco la historia, pero… engancha!!!
Comentario anterior patrocinado por… Zilniya!!! XDDDD
Y yo sin leerlo hasta hoy… exquisito, lascivo, exquisito.
Muchas gracias a todos. Me gustaría poder escribir con más frecuencia, pero estamos en unas fechas especialmente agobiantes, a nivel de estudios y trabajos. Colgaré el capítulo 3 en cuanto pueda.
espero que los sigas, me gusta la trama y la forma en que se entremezclan los personajes.