Una noche, en una calle
- publicado el 02/08/2009
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Cuento de Navidad
Luis se acabó la hamburguesa, y guardó el papel en el bolsillo de su cazadora pensando que le podría servir de algo mas tarde. Salió del Burger Queen sin hacer caso a las miradas de asco de la gente. Hombre, no se iba a enfadar con ellos, la verdad es que llevaba una semana sin ducharse porque no había sitio en ningun albergue gratuito de toda la ciudad. No se podía quejar, había conseguido que un par de colegas le guardasen un hueco en el tunel peatonal de Plaza España. Al menos no moriría congelado, porque iban a dormir apretados de narices. Mientras se comía la hamburguesa, una mujer se había colocado a dos metros de donde el estaba antes, a pedir, pero daba igual, hacía frio en la calle, y ya había comido algo. Así que se puso a caminar sin rumbo, no tenía nada que hacer. Oyó un grito » detenganle» Y estuvo apunto de echarse a correr, pero recordó que no había hecho nada malo, asi que se giró, y vió como subía corriendo la calle un chico de veintipico años, con una mochila por la q asomaban botes de grafitis mientras un policía le perseguía. Se apartó para no molestar y cuando pasaron siguió andando.
Vió un grafiti a medio acabar en la pared de un banco en la que debería poner Ladrones, pero le faltaba la s porque no estaba acabado aun, ese banco había salido en los periódicos porque el presidente se había fugado con los ahorros de unos cuantos de sus clientes. Luis estaba contento, de conocer la actualidad, siempre leia los periódicos que encontraba antes de ponerlos encima del cartón para dormir sobre mullido.
El corte inglés estaba abierto y un segurata le miraba con el ceño fruncido desde el calor del interior. Llevaban años sin dejarle entrar, y eso que jamás había robado nada; sólo se pasaba por allí cuando tenía mucho frío, pero le dijeron que le denunciarian si volvía a entrar, porque tenía intención de robo.
Luis se quedó mirando un rato los juguetes de una tienda; seguro que a su hija le gustaría tener alguno de esos, pero no se lo podía comprar, los abogados de su mujer se lo habían quitado practicamente todo, y desde ese momento todo le había ido a peor. Además no quería que su hija le viese así, por lo que tampoco la iba a visitar, probablemente dejase una nota en el buzón felicitandole las fiestas, y quizás la leyera.
Llegó casi sin darse cuenta a Plaza España después de dar un rodeo, dos rumanos y un portugués cantaban cerca del pasadizo donde iba a dormir, villancicos , con una botella de licor. Les saludó, pues había coincidido con ellos alguna vez q otra y le ofrecieron un trago que aceptó.
Luis se fué a dormir aprovechando que aun la gente no se había tumbado para coger postura, mientras cerca de él, un chaval de doce años que iba muy arreglado y repeinado le miraba sin ningun gesto, pero sin apartarle la mirada.
-Chico! vete a casa! es nochebuena y esto es peligroso, le dijo dandole la espalda mientras buscaba la postura.
-¿No te acuerdas de mi, hermano?-le contestó el niño
Luis se giró extrañado y le miró de nuevo con otros ojos.
– No puede ser! estas muerto!-Luis se dió cuenta de que era quién decía ser, pero su hermano había desaparecido hacía cuarenta años bajo la nieve y los niños crecen, así que debía ser una visión. Por lo que se pellizcó. ¡Ay!
– No estas soñando-puntualizó el niño- Si ya se que estas muerto, pero quería visitarte, sabía que estabas sólo en navidad, y he pedido unos dias de permiso en el cielo para venir a verte, y para darte un consejo: No soy el único niño que te hecha de menos…Tu hija también, y ella no es culpable de que tu matrimonio fracasase, así que cuando la veas pidela perdon ¿vale? -dijo mientras se disolvía. Luis le intentó agarrar, pero allí ya no había nadie, debía haber sido una ilusión. De todas formas pidió un lápiz y escribió unas palabras para decirle a su hija cuando fuese a visitarla. Estaría pidiendo tres dias sin comer si hacía falta para poder pagarse una noche de hostal y ducharse e ir a verla.
Mientras escribía vió que donde estaba su hermano había ahora un hombre mayor. Le resultaba familiar, pero sin haberle visto desde hacía mucho. Debía ser un mendigo de algún albergue, pues le sonaba su cara. Daba un poco de pena, pero no caía en quien podía ser.
– Lo siento buen hombre, está ocupado- le dijo Luis.
-No te preocupes, si yo ya estoy aquí. Soy tu mismo- contestó el otro Luis que seguía de pie.
-¿Cómo? ¿Eres yo? ¿Soy tu? ¿Qué?- se extrañó Luis mirandole.
-No hagas tantas preguntas y escucha. Has cometido algunos errores en tu vida, pero por lo general todo lo malo que te ha pasado se lo debes a la suerte, y bueno a alguna que otra actitud de la gente de hoy en dia, eres un buen hombre, y te merecías haber sido mas féliz. dijo el Luis que estaba de pie.
-Pero eso ya lo se, ¿porqué no puedo ver a mi hija si soy un buen padre?¿Porqué vivo en la calle cuando estuve pagando 10 años una casa? ¿Porqué en época de crisis, que a la gente le va mal, el dinero de los impuestos se le da a los bancos?¿Porqué es Navidad y todo el mundo piensa sólo en comprar y si ayudan pues…sólo hoy…? En menos de media hora me he sacado cinco euros, mientras que otros dias, me saco eso en todo el dia.-contestó recostado sobre los cartones.
-No te preocupes, las cosas no pueden salir siempre mal- le contestó el Luis que estaba de pie.
Luis, el que estaba recostado sonrió mientras el otro desaparecía. «Vaya, un fantasma del pasado y un fantasma del presente… que toca ahora?¿un fantasma del futuro? Al menos no me dicen como en el cuento que me pudriré en el infierno, me he quedado muy tranquilo.
Un hombre vestido de blanco llegó corriendo.
Tu debes de ser el fantasma del futuro, dijo Luis sonriendo. Pero el hombre le atravesó sin verle y se tiró al suelo cerca agachandose con su maletín donde Luis estaba practicamente tumbado. Cuando Luis se giró vió a aquél médico intentando reanimar su cadáver, y se dió cuenta de que él era el fantasma. Se levantó vió que el médico lo daba por perdido, y que se fijaba en el envoltorio de burguer queen con cosas escritas que el cuerpo de Luis rígido apretaba contra el pecho. Levantó la mano con cuidado y leyó el borrador de lo que le pensaba decir Luis a su hija. Y una lágrima cayó por la cara de aquel médico. El médico habló con otro que había llegado detrás suyo avisado por la gente del pasadizo, cuando le habían visto temblar, y le sugirió hacer una colecta para regalarle lo que en la carta decía que no podía comprarle pero quería hacerlo a su hija. El espíritu de Luis vió de nuevo a su hermano unos metros mas allá en una parte del pasadizo que ahora parecía vacía y fué hacia él alejandose poco a poco por el tunel.
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el viejo cuento de dickens, sin segundas oportunidades, sin final feliz y mostrando una parte de la navidad q está ahi, y q la gente con poder para cambiarlo, no lo hace…feliz navidad al mas puro estilo del villancico de ska-p jaja
Una versión actual y magistral del clásico de Dickens, junto con denuncia social. Eres grande tío!!! A ver si nos paramos a pensar un poco después de leerlo…
Precisamente tengo a medias una versión del cuento de navidad de Dickens. Y el protagonista es un vagabundo. ¡Esto no es posible! xDD
Me ha gustado 😛
PD: Tendré que terminarla, aunque ya no parecerá original. Cago en la mar…
Don Gato, t prometo que no he inventado una maquina para leer los pensamientos eeee jaja
joe es q es lógico, el cuento de Dickens aborda el problema desde arriba, y yo lo miro desde abajo, me imagino que tu hiciste lo mismo, y weno estoy deseando leerlo, para ver como dos personas llegan a ideas parecidas (pero q sea distinto tb un poquillo q si no m asustas jaja)
Es distinto, no te preocupes 😛
Mañana lo terminaré y publicaré, que me estoy cayendo de sueño…
PD: Pensaba titularlo «Feliz Navidad», pero visto lo visto, quizá lo titule «Cuento de Navidad versión 3» o similar xD
Que buena la idea del giro final, y hacer un bis al comentario de Zilniya. Muy bien tio.