A la hora señalada. Capítulo 5
- publicado el 02/07/2012
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El Cristal del Tiempo….
Autora: Fátima (Nayade):
Miro en el vacío cristal del tiempo. ¿Qué hubo en él?, nunca nadie lo sabrá. Pero aún así es inquietante mirar, ver que algo existió, y que acabará pronto.
¿Que qué es el cristal del tiempo? Ay, amigo, deja de mirarme como a un demente, que la locura aún no ha nublado las palabras que hoy te confío. Mi delirio es fruto único de no querer aceptar el cruel destino que acecha al mundo como lobo que observa atento a la gacela coja. Es cristal porque es frágil, y su transparencia se ha nublado por la ceguera del hombre. Pertenece al tiempo porque es perecedero y su fecha de caducidad está próxima. Es vacío porque su interior está repleto de nada. Al romperse sólo quedará de sí esta nada que es su verdadera forma.». Tras decir esto, el Viejo se quedó dormido.
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Autora: Corina (Krista):
Comenzó su viaje entre relojes oxidados en sus extremos; Arriba de sí, extendiéndose hasta el infinito, los vidriosos cuerpos de los minutos vestidos de arena dorada, blanca y rojiza, de aquella «achocolatada» que acaba cremosa bajo los pies desnudos del paseo. El tiempo se hizo paisaje en la memoria difusa de la caída de la vigilia.
Nada más que arena. Nada más.
Luz artificial proveniente de ninguna parte; nubes inexistentes abarrotando el deseo de un cielo despejado; solo el sonido del segundero antiguo cayendo en cascadas, tierra marcando el tiempo, solo los relojes de arena y sus pasos en el campo de la historia.
Sabiendo que alguna vez hubo algo más. Sabiendo que sueños inundaron las calles pulidas de aquel vidrio mortecino. Sabiendo que el color se había marchado, se había ido, pero alguna vez, como leyenda sonando en sus oídos de sueño, habían pertenecido al tiempo. A nuestro tiempo.
Hoy solo cifras nadando en un mar resquebrajado de fina playa; hoy solo prisas por llenar las pomposas cristaleras de esos números enloquecidos, cuyo significado se perdió al llegar quizás al cuarto dígito.
El anciano se agobió en busca de algún sorbo de agua que calmara la angustia de su pensamiento. Otra vez nada…
Y al desplomarse sin fuerzas mentales volvió de nuevo a despertar.
Allí estaba aquel extraño personaje, el narrador de una visión.
Tumbado el viejo mirando al cielo estrellado solo pudo expresarle su certeza ante lo dicho…
-Vacío… Ahora lo entiendo. Lo hemos llenado de facturas ¿verdad?, de teléfonos, de identidades, de cuentas bancarias, de acciones… lo hemos colmado… de puro vacío.
El acompañante jugueteaba con un pequeño reloj de arena algo desgastado, y cobrizas sus bases metálicas. Lo observó por un momento mientras asentía, y la arena fluyó algo espesa por el camino preparado del cristal. El viejo, al mirarlo, hubiera jurado que aquel tiempo enlatado caminaba entristecido…
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Autor: Javi (Thorvak):
Al salir de nuevo a la calle tras la experiencia vivida en la extraña tienda el mundo volvió a tener sentido, un sentido frió, duro y “real”, una pauta que seguir, un orden que le decía como eran las cosas y donde se encontraba. Con algo más de calma se dirigió a su portal, subió las escaleras, metió la llave en la puerta y, silencio, duda, certeza. Se dio cuenta de que por mucho que lo intentara no lo encajaría del todo, había visto un fugaz destello de la eternidad y el orden interno de la creación. Sabia que lo que había visto cambiaria las cosas, si alguien ponía la voluntad y se decidía a ello. Lo decidió.
Futuro 1.
Treinta años. Las viejas calles de acera eran ahora verdes y terrosas. Bajo lo pies se podía observar las huellas de los animalillos, que al filtrarse de la luz entre las ramas altas, aparecían suaves y desdibujadas. No se oía nada excepto el caer de la noche y el ulular de algún ave. Treinta años, y las cosas tan poco iguales. Al lado de su casa corría ahora un riachuelillo. Había llorado por el antes, cuando los vertidos mataban a sus habitantes y la gente que lo cruzaba todos los días para ir a la trabajo lo ignoraba, como si en vez de un río se tratase de una cloaca. Ahora se veía transparente, limpio y hermoso, con los juncos llenos de brillantes libélulas y con esa fuerza que da el ver de nuevo la vida correr por sus aguas.
Durante un tiempo su visión lo tuvo demasiado paralizado para actuar, durante algún tiempo temió que aquel cristal que le había mostrado el viejo no tuviera más posibilidad que ser así, sucio y frágil. Pero después reunió fuerzas y dio un paso adelante. Una carta, una reunión, gente acercándose a la causa y sintiéndola como suya. Moviéndose con la emoción que da la clandestinidad.
Las cosas habian salido bien. Al principio unos pocos, unas cuantas pancartas, algunos escritos y mucho mensaje. Luego las salidas, los enfrentamientos y el tomar la calle. Los contactos, los amigos. Y al final, la guerrilla se había hecho con el control de un gobierno en otro país, increíble. Los mismos pasos y más fuerza ahora que la causa se imponía. Finalmente las urnas, el cambio, posible tras tanto tiempo, y su fruto, tan dulce….
La sombra de la tarde al caer entre los sauces y cipreses en la avenida más grande de la ciudad. Solo un tirón del hilo adecuado, solo un minuto que no se perdiera en la laguna del olvido, solo un grano de arena que se negase a caer por el agujero, solo la visión de un viejo loco y la fuerza de un joven confundido. Solo eso había hecho falta para despertar a la gente, para cambiarlo todo.
Una mirada nostálgica y el agradecimiento. Hoy, treinta años después, el mundo no moría, y el seguía siendo el anónimo fundador del movimiento que había devuelto la salud al planeta.
Unos pasos más y estaría en casa. Otra vez, para poder observar desde su ventana abierta el atardecer sobre el horizonte, verde de la ciudad. Mirar a través de un cristal limpio, y lleno de esperanza.
Futuro 2.
Treinta años, hoy solo un número marcado en un desgajado calendario que luchaba por adherirse a una pared en la que ni la pintura podía cumplir su misión.
No habría fiesta en privado ni actos oficiales por el comienzo del golpe. Hoy, como todos los años anteriores en esta fecha, se conmemoraría la idea primigenia, el comienzo del control, pero no era así, no había con quien celebrar.
No había sido fácil, pero pensar que las cosas serian así, siempre rellenando falsamente ese vacío en el cristal lo había sacado de quicio entonces, tantos años atrás. Hoy era general, y presidente. Se había infiltrado sutilmente entre los rangos mayores del ejército. Había conseguido el apoyo de políticos a los que tuvo que engañar sobre el final de sus actos. Se había fraguado una firme base sobre la que apoyar el cambio, y tras algunas chapuzas internacionales con sus “comandos”, había desencadenado la desaparición del mundo conocido, para sumirlo en un caos y una depresión de la que no saldría, la mayor parte de la población, con vida.
No era así como lo esperaba, pero de todos modos lo había conseguido.
No habría actos para conmemorar aquella masacre, pero sentado en su sillón, mientras miraba la tierra donde antes se extendía la ciudad, sabía, que el mundo era aun así un lugar mejor. Había limpiado con sangre, pero limpiado al fin y al cabo, aquel maldito cristal del tiempo, ya no había faxes ni facturas, solo tierra yerma que ver crecer.
Thorvak (junto con Krista y Nayade).
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extraño! mola 😀
Me gusta especialmente el de Nayade.
recuerda que los relatos no pueden exceder las 1000 palabras. En este caso, en que son 1200, no pasa nada, pero intentad no excederos. Gracias^^
Muy chulo!! Tres visiones muy interesantes sobre el paso del tiempo…