Esteban Alonsurp-XI viaja a velocidad luz por el hiperespacio. En tres horas habrá vuelto a la Tierra.

Allí, su destino es el centro de racionamiento especializado en comida chino-española “El Dragón de Jabugo”. No sabe lo que le espera dentro.

Cuando llega, aparca su vespa de neutrinos y se teletransporta al interior del establecimiento. Se sienta en una butaca magnética y, mientras las micro-vibraciones sonoras del asiento masajean su espalda, pide un refresco y un plato de paella tres delicias con espuma de pirogamba del Ebro. La camarera, una joven y menuda chica, parece sorprendida de ver a Esteban Alonsurp-XI.

Mientras espera que le traigan su comida, Esteban Alonsurp-XI saca de su maletín una agenda cuántica. Tiene programados todos los eventos de su vida hasta el día de su muerte, dentro de muchos siglos. Pero algo le mosquea: en el día de hoy hay un hueco. Un vacío. Un vacío que no debería estar. Esto pone alerta a Esteban Alonsurp-XI, y agudiza sus sentidos.

Se siente inquieto cuando la camarera trae el primer plato. Es un plato de torrijas con salsa de soja en fuente quemada. Esteban Alonsurp-XI no ha pedido eso.

Entonces, por puro instinto, se levanta, justo a tiempo para esquivar a la pequeña camarera, que iba directa a clavarle dos afilados hidropalillos en la espalda. Aprovechando la inercia y el fallo de la camarera, le agarra de la nuca y empuja su cabeza contra las ardientes torrijas. En el acto, la camarera se suelta, frenética, y rompe a correr, desesperada, y con jirones de piel colgándole de la cara. No es nada, que un buen cirujano no pueda arreglar, piensa Esteban Alonsurp-XI. Pero eso no le preocupa ahora.

Enervado, se dirige a la barra con decisión, donde está quien parece ser la dueña del establecimiento. Muy parecida a la camarera bajita, pero con un vestido de sevillanas, y bastante más corpulenta. Mira a Esteban Alonsurp-XI con una sonrisa en la cara, como si nada pasara.

-Espero que la partida haya sido de su agrado, señor –dice, mientras su vestido cambia por un modelo convencional y los alrededores se transforman en una habitación cúbica y bastante simple.

-¡Te has pasado con la dificultad! Esa tecnoclón casi me atraviesa la espalda.

-Le ruego que nos disculpe, señor. Sin duda le malinterpretamos cuando nos dijo que le sorprendiéramos con la dificultad de la partida.

-No, no importa. Realmente me ha sorprendido. Déme la cuenta, por favor.

-Por supuesto, señor. ¿Quiere tomar un licor?

-No, gracias, por alguna razón, en mi familia no tomamos licores, y menos después de una partida de realidad virtual.

-Lo entiendo, señor Alonsurp-XI, lo entiendo…

Esta es mi primera aportación para el concurso de Ciencia-ficción. Yizeh. 15 de Marzo de 2009

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Yizeh Castejón

Escritor, físico, profesor, capoeirista, innovador. Nacido en Madrid en 1986. Creador de Sopa de Relatos, la web de escritura libre. Editor y autor del libro de cuentos "Sopa de Relatos" y de futuros proyectos. Alumno de h2i Institute.

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