Me ha secuestrado la abuela – Parte 2
El teniente Colombo tenía, al igual que el otro policía, gafas de sol. La cara arrugada y el pelo engominado, echado hacia atrás, pero con un pequeño y patetico flequillo que le caía por la frente. Tenía una perilla perfectamente recortada y unas orejas bastante grandes. Por su nariz caía un extraño río de sangre seca.
– Vaya, vaya. ¿Qué tenemos aquí? – preguntó, bajandose las gafas de sol.
– Señor Colombo, aquí le tiene. Es él – respondió el poli, señalando a Juan.
– Bueno, pues matemosle cuanto antes ¿no? – dijo entonces el teniente Colombo. Después, dirigió su mortifera y chulesca mirada hacia la mendiga – ¿qué es eso?
– Oh, es una mendiga. Me pareció bien eliminarla, ya que estamos…
La mendiga se echó a reir y se subió a la mesa. Entonces empezó a cantar »La Gata» en su versión mas caribeña y se puso a bailar.
– Está hasta las cejas de coca – aclaró el policía.
– Ahora dale pa la barra que te voy a pagar el trago…donde estan las gatas que estoy buscando…mira aquellas gatas que me estan mirando…
– ¿Qué te ha pasado en la piel? – le preguntó el teniente Colombo, intrigado.
– Toma toma toma, ahora…donde estan las gatas que lo hagan que las voy a echar p’alante…
– A ti te echaron betún – insistió el teniente Colombo, extrañado.
Entonces la mendiga dejó de bailar y de cantar y se sentó en la silla.
– No mi niño, soy negra – aclaró.
– Lo más seguro es que metió la cabeza en el culo de un caballo o que fué minera antaño, señor – sugirió el policía que acababa de encender un cigarrillo.
Mientras, Juan pensaba en como escapar de aquella subrealista situación. Se preguntaba quienes eran esos dos policías (si es que lo eran) y porqué pretendían eliminarle. Miró a su derecha: la mendiga estaba intentando explicar a ambos policías que ella era negra porque sus padres lo fueron, y así durante generaciones, pero el teniente insistia en lavarle la cara por si acaso.
– Me tengo que ir al cole – dijo Juan.
La frase quedó flotando en el ambiente como un avión de papel que vuela por delante de la profesora mas estricta. Los tres personajes que le rodeaban se quedaron pasmados.
– Te irás cuando te comas las acelgas – respondió la abuela – y vamos niño, espabila que no llegas al cole…
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aclaración: se duerme en la cocina cuando tiene el plato de acelgas delante, justo antes de ir para el Metro
que paranoico xD
Lo mismo digo… mola, menuda paranoia xD