Dos veces. (2)
- publicado el 30/01/2011
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Suicide Club; la torpe chica pelirroja
Realmente esa chica era patética.
Visto por un chico con ojos rasgados;
Aquella mañana se me hizo pesada hasta que entró en el aula. Ya la había visto caminando a hurtadillas por el estudio buscando a True, pero hasta entonces no me había fijado en ella más de cinco segundos.
El día que me figé en ella yo estaba sumido en un profundo aburrimiento fingiendo escuchar al profesor de Física que había traído mi profesor de Física para que nos explicara las ondas de noseque tipo de radio… Entonces ella entró… acaparando la atención… No la acaparó por su llamativo pelo rojizo, sino porque al entrar en el aula la vi cayendo de boca (menos mal que mi «verdadero» profesor de Física la agarró antes de que rozara el suelo). No pude evitar sonreír… una sonrisa que se congeló al toparme con sus enormes ojos almendrados, su tez pálida que contrastaba con sus afilados y sonrosados pómulos… Aquella chica realmente era una belleza.
– ¿Que haces aquí? – le preguntó Elías, el que hacía que daba Física y nos traía a un profesor de verdad.
– Vine a capturar – musitó con la mirada baja – Es que abajo están todos los editores ocupados.
– Esta bien, esta bien… pero desenchufa los altavoces.
Asintió y cruzó el aula con un sigilo propio de un gato. Yo estaba sentado en la primera fila pero no me preocupaba la manera tan descarada en que la observaba.
Se detuvo entre los dos programas de edición hasta que se sentó en el que estaba en la esquina, junto a la ventana que daba al patio interior del instituto. Encendió el ordenador, abrió el Final Cut y metió la cinta en el editor… bueno, lo intentó un par de veces… hasta que yo me di cuenta de cuál era el problema; que estaba apagado… Sin duda verla en apuros era más entretenido que escuchar a este pesado.
– Mierda – la oí mascullar, ganándose la atención de alguno de mis compañeros.
Se me escapó una risita al ver la cara de mosqueo que puso el profesor.
– Creo que deberías encenderlo – le dijo Anton, uno de mis compañeros que estaba sentado cerca de ella.
Su cara, despejada de mareantes bucles pelirrojos, se enrojeció como su cabello. Asintió, se giró, encendió el cacharro y las barras aparecieron en la ventana del Final Cut.
Empezó a capturar imágenes que por lo que pude llegar a ver eran de calles y coches… Nunca he sabido muy bien de qué trata la especialización de Realización… porque tanto como a los de Imagen como a estos los veo con las DVCAM rondando por ahí… solo sé que los de Imagen se dedican a iluminar lugares.
– ¿Está Nayra por ahí?
Helen era la tutora de los chicos de Realización Audiovisual… y era la profesora más rara con la que me había topado en mi vida. Asomó su huesuda cara por la puerta buscando a la tal Nayra que resultaba ser la preciosa pelirroja:
– ¿Por qué estás aquí? – oí que le preguntaba su profesora.
– Los otros editores están ocupados – le respondió ella más roja que un tomate… seguramente por ser el centro de atención de tantos ojos masculinos.
– ¿Tienes aquí el guión técnico?
– ¿Cuánto queda para que empiecen a rodar tus chicos? – le preguntó Elías a la profesora.
– Empiezan la semana que viene – contestó la mujer mirando a su alumna – ¿Lo tienes o no?
La chica asintió, nerviosa:
– Voy a la cafetería así que puedes dejarlo sobre mi escritorio.
La chica volvió a asentir y la cabeza de su profesora desapareció.
En el tiempo que transcurría la clase yo miraba fugazmente a la muchacha que estaba capturando vídeos hasta que terminó de guardarlos en su disco duro externo y desaparecer llevándose consigo las ganas de conocerla.
Afortunamente, luego volví a verla rondando por los pasillos en busca de True, a quien afortunadamente le preguntaron por ellas mis sobrecargados compañeros:
– Ah, se llama Nayra… la conocí hace tiempo – respondió con su inusual indiferencia – Es buena piba y tal…
– Dirás que está buenísima – bromeó Luis, El Humilde.
Lo único que sabía de esa chica es que se llamaba Nayra… y True tampoco es que estuviera por la labor de extender su información sobre ella así que me bastaba con toparme con ese cabello rojizo por casualidad.
Pero días después, algo que nunca imaginé que pasaría ocurrió. En temas de rodaje, a los de segundo nos toca el marrón de encargarnos del audio de los novatos de primero… y yo hasta entonces no tuve en cuenta que podría tocarme en su grupo.
Tenía una excusa para hablar con ella… Bueno… realmente era una obligación porque nuestro tutor no tenía tinta para imprimir los guiones técnicos y nos dijo que habláramos con nuestro nuevo grupo de rodaje para que los fotocopiáramos.
La cogí hiendo hacía la sala de Multimedia… cuando oyó su nombre dio un respingo y se giró:
– ¡Hola! – le saludé con una sonrisa – Soy Yong, Pedro Guerra nos dijo esta mañana que nosotros pondríamos el audio en el corto de ustedes.
Al reaccionar, me devolvió una sonrisa que iluminaba su rostro de porcelana:
– ¡Ah, hola!
– No tenemos tinta para imprimir el guión… ¿Me podrías dejar el tuyo para fotocopiarlo?
– Ayer fui a la oficina de mi padre así que imprimí varios.
Empezamos a caminar en dirección al aula de Multimedia:
– Vaya… – dije sin saber con qué proseguir.
– Ya le estaba preguntando a Pedro Guerra quienes serían los chicos de sonido que nos tocarían esta vez. Ando estresadísima estos días…
– ¿Tú que función desempeñas en el rodaje? – le pregunté, contento de que ella pareciera de esas personas que le gustaban hablar:
– Soy la directora – respondió, ya sin sonreír.
– ¿Y no te asusta eso? – le pregunté con ganas de reír.
– ¿Por qué parece que te vas a estallar de la risa?
– Porque por mi experiencia sé que vas a sufrir lo insufrible.
Ella se limitó a sonreírme… realmente parecía que aquello no le importaba… Y cuando supe el por qué… me arrepentí de haberlo sabido.
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ya leí tu otro texto y se me hace muy astuto como presentas la situaciones… hay desenlace??
Sí:)
El primero me ha gustado, y esta segunda parte es un enganche genial a la historia.
… peeero… Te diré algo que me recomendaron hace ya tiempo: Re-lee tus relatos ántes de postearlos, pues en lo que llaman «lectura en frío» (que es leer después que se ha pasado esa sensación que nos dá a los escritores en pleno proceso que decimos «esto es genial») uno se da cuenta de algunos errores de coherencia e incluso de ortografía. V.G: «La cogí hiendo» es «La cogí yendo»
Tienes mucho talento. !Sigue escribiendo¡ Pues como dicen algunos filósofos -Una obra de arte está completa, no cuando no encuentras más que poner, pero si cuando no encuentras nada más que quitar-