Lunes
- publicado el 27/10/2008
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HIELO: CUARTA PARTE
23 de enero
Anoche volví a escuchar ruidos en el pasillo oscuro. Como si alguien estuviera arrastrando algo. Preferí taparme con la manta y seguir durmiendo. ¿Me estaré volviendo loco?
La bacteria tiene un comportamiento extraño. Es capaz de crecer a muy bajas temperaturas hasta que encuentra a un hospedador. Después cambia su comportamiento y crece muy rápidamente. Nunca habíamos visto algo así. Su composición química es peculiar. Ana dice que podría tratarse de un microorganismo alienígena, que hubiese llegado desde el espacio en un meteorito. Yo opino que es un fósil viviente. No hay forma de comprobarlo.
Hemos metido el paquete con la Wolffelia y todos los datos que hemos recopilado en el montacargas. Tendremos que esperar a mañana para subir, porque están preparando un equipo de desinfección. ¡Como si no hubieran tenido tiempo! Si no me sacan de aquí, me volveré como uno de esos ratones. He tenido que meterlos en dos bolsitas de plástico y tirarlos en el contenedor de residuos biológicos.
¡JODER! Mientras comíamos, Wolff se ha caído al suelo y ha sufrido un ataque epiléptico o algo así. Joder, joder, joder. Le hemos subido arriba, pero la puerta de las escaleras estaba cerrada. ¡Díos mío! Por radio nos han dicho que la habían cerrado por motivos de seguridad, que tendremos que esperar hasta mañana y que le aislemos hasta entonces. No puedo creerlo, voy a reventarles la cabeza contra el suelo. ¿No se dan cuenta de lo que estamos soportando?
Hemos despejado una habitación y hemos acostado a Wolff en una litera, atado con nuestros cinturones y con un trapo en la boca por si sufre otro ataque. Ahora está medio inconsciente.
24 de enero
Al parecer ha habido algunas complicaciones y tendremos que esperar un par de días más. Dressler se ha puesto como un energúmeno y ha empezado a tirar cosas por todas partes. Entre Ana, Hiro y yo, le hemos reducido y sedado, a duras penas. Isaac ha abierto la puerta del pasillo y se ha largado. Ya lleva varias horas perdido, supongo que buscando una forma de llegar a las cubiertas superiores. Ahí fuera apenas hay luz y nada de calefacción, no sé qué demonios intenta.
Wolff sigue inconsciente, aunque responde a ciertos estímulos y respira con normalidad.
25 de enero
Anoche nos despertamos porque Hiro se había caído de la cama y se estaba golpeando contra el suelo, en medio de espasmos aterradores. Se hizo una brecha y manchó el suelo y las sábanas. Le hemos atado con unas mantas junto a Wolff. Si no nos sacan vamos a morir todos aquí abajo.
Hoy se ha ido la luz después de comer y hemos dejado de escuchar el ronroneo de los generadores, en la zona de popa. Todos nos hemos puesto muy nerviosos. Hemos encontrado algunas linternas y mantas, pero hemos decidido no ir a buscar a Isaac. Es muy peligroso, y probablemente se haya vuelto loco.
La radio no funcionaba así que hemos decidido subir para forzar la puerta con un hacha de incendios. Dressler se ha roto la muñeca, pero no hemos conseguido abrirla. Ahora Ana y él duermen. Wolff y Hiro siguen inconscientes en las literas. Que le den por culo al gilipollas de Isaac, seguro que se abrió la cabeza andando por ahí a oscuras. No pienso ir a por su cadáver. Espero que tampoco decida volver en caso de que esté vivo. Quizás él haya apagado los generadores. He puesto una mesa delante de la puerta del laboratorio, por si acaso.
He encontrado un botiquín y una pistola naranja de bengalas. Mañana usaré algo más pesado para derribar la compuerta metálica. No tenemos mucho tiempo, si no vuelve la luz moriremos congelados. La calefacción está apagada y puedo ver mi propia respiración condensándose mientras escribo esto.
Semana 8
26 de enero
Seguimos sin luz, iluminados tan solo por los escasos focos de emergencia. Nos hemos puesto mantas por encima y cualquier cosa que nos pueda abrigar. Las luces a veces pierden tensión y nos dejan a oscuras. Reservamos las linternas para esos momentos. Debemos parecer niños de acampada, tapados con las mantas y con las linternas. La verdad es que no me hace gracia. Estamos enterrados en el hielo y no en un campamento de verano.
Hoy nos ha llegado la comida, como cada día, pero en una de las bandejas hemos encontrado escondida una pequeña nota de papel, escrita con letra apresurada y apretada. Era de Marta.
Hay gente enferma aquí arriba. Ayer uno atacó a Aly y la dejó malherida. Aún no podemos ayudaros. Hay un rompehielos en camino. Aguantad. Te quiero.
-Marta-
¿Eso es todo? La cuarentena se ha ido a tomar por culo, y nosotros aquí, sufriendo como gilipollas. Aguantad, aguantad, ¡al cuerno!
Hemos intentado reventar la jodida puerta con una mesa metálica, pero ha sido imposible. El pasillo es angosto y la puerta está justo a continuación de las escaleras, así que no hay sitio para maniobrar. Ana ha propuesto usar ácido sulfúrico y ácido clorhídrico para intentar corroer las bisagras de la puerta. Lo dejaremos actuando toda la noche.
Empiezo a pensar que nos han dejado aquí abajo adrede, desde que el primero de nosotros se infectó. Quizás estábamos condenados desde que cogimos las papeletas en la ensaladera.
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Un 5 estrellas de mi parte. Dejo los demás elogios para el desenlace.