Yo y mis circunstancias

Quizás la clave para ser realmente libre sea
reir cuando puedas y llorar cuando lo necesites
ser honesto con uno mismo, centrarse en lo importante y olvidarse del ruido


Aquel cielo gris, que anunciaba una lluvia torpe y molesta, encajaba a la perfección con el lugar al que me dirigía. ¿Porqué llueve en Junio? ¿No es ese mes que uno se imagina soleado, en la piscina, observando a lo lejos a las chicas en bikini? ¿No debería ser un mes tan caluroso que hiciera arder los colegios? ¡Tan caluroso que ardiesen los examenes, cojones! ¿A qué temperatura era que ardía el papel? ¿Cómo se llamaba aquel libro…? ¡Ah, si! Farenheit 451…

– ¿Te sabes bien el examen?

– ¡Cállate! Más o menos… no sé.

– Luego no me vengas a llorar cuando no encuentres trabajo, yo ya te he avisado.

– Yo… yo soy una persona creativa. Progresista, innovador, alguien que lucha por el avance y…

– ¿De verdad te crees distinto a toda esta gente?

– Si. La verdad es que si. Yo… todo gira en torno a mi, y en el fondo lo sabes.

 

Surqué grandes mares (charcos) , esquivé numerosos coches y por fin llegué al instituto. Su color y el del cielo madrileño se fundían, dibujando en mi mente una espantosa pesadilla. Las nubes, impregnadas en sangre y odio parecían dibujar aquella siniestra palabra: selecti… ¡No! ¡No la pronuncieis, por el amor de Dios!. Si hay una palabra que no hay que pronunciar es esa. Como Voldemort, para Harry Potter. Aunque hay otra palabra que tampoco debo pronunciar, al menos por ahora. Virgini… ¡Atrás! ¡Vade retro!

Bueno, ¿dónde están todos? Escalé empinadas montañas (si, me refiero a las escaleras) como el mejor de los escaladores. Me arrastré por siniestros pasillos, saludando, dirigiendo miradas de aquí para allá. Flotaba en el ambiente una tensión blancuzca, como la luz de una linterna. Me pitaban los oídos. Todos esos rostros representaban el estrés pre-examen que llevaba viviendo ya unos cuantos años. ¿Es el sistema educativo malo o soy yo el mal estudiante? Aquella atmosfera tan imperfecta, tan irreal… Mis sentidos se desvanecían en la dolorsa bruma del… ¡Mira, es Borja!

– ¡Qué pasa marica!

– Hola, pequeño saltamontes – (yo tampoco se por qué me llama así).

– ¿Qué tal te lo sabes?

– Bien, yo creo que bien – Borja podría pasar por deficiente mental sin ninguna dificultad, pero sus calificaciones correspondían mas a un genio que a un niño bobo, que es lo que realmente es.

– Bueno, hasta luego – me despedí, dirigiendome hacia la »sala de espera» que habían improvisado frente a la sala de exámenes.

Allí me encontré con Kagor, un viejo amigo. Solo el señor todopoderoso sabe de dónde proviene su nombre. »La madre que me parió» , solía quejarse. En lugar de dedicar las tres horas de espera al estudio decidí mantener una extensa conversación con mi compañero, centrandonos esencialmente en temas… subidos de tono.

– Cuenta, cuenta. Que total, ya no voy a aprender nada nuevo. Tendría que haber estudiado más, eso si.

Y me contaba otra anecdota. Yo le escuchaba atento, libro de historia en mano. Que si mira a Inés, que qué buena está, que si esa es mas guarra que no sé quién. Yo intentaba estudiar, pero no podía. Demasiadas distracciones…

¡¡¡ESTUDIA ESTUDIA ESTUDIA ESTUDIA ESTUDIA ESTUDIA ESTUDIA ESTUDIA ESTUDIA!!!

Si, tienes razón. Decidí pues aprovechar la ultima media hora antes de mi ejecución estudiando filosofía y literatura.

Unos quince minutos después de abrir el libro, aquella arpía que se hace llamar profesora salió de la celda.

– ¿Daniloko? ¿Eres daniloko? Pasa, pasa.

Aquella zorra, porque no hay otra palabra que la defina, me condució hasta mi tumba, con paso lento pero firme. Parecíamos un cervatillo y una loba, caminando entre filas de mesas y sillas vacías, todas esperándome ansiosas de sangre. Sentéme en una silla al fondo de la sala, mientras otro camarada perdía la vida entre preguntas punzoñosas y despampanentemente absurdas (si es que algún día existió este termino).

He de aclararte, queridísimo lector, que se trata de un examen oral. Recibes un texto que debes trabajar durante no mas de media hora, y luego expones tu analisis ante el profesor de turno. Me entregó mi texto, o mas bien dejólo caer ante mi pasmado rostro. Cuando leí el título del fragmento, apenas pude moverme. Tenía que huir, pero no podía. Quedéme paralizado. Debo hacerte una segunda aclaración, o parentesis: de los veinte textos que había que aprenderse y estudiarse para este examen, decidí dejar uno de lado. Era un texto de El Quijote, que no había terminado de entender. Así que resolví no estudiarmelo, teniendo en cuenta las pocas probabilidades que tenía de que me tocase (ya sería mala suerte). Ahora, haz uso de tu avispado pensamiento y deduce qué texto tengo enfrente mía.

– ¿Te lo dije, o no te lo dije?

– Ahora enserio: ¿es esto una broma del destino?

– Es lo justo: si hubieses estudiado como está mandado, esta situación no se habría producido.

– Pero… quiero decir: ¿existe el karma? ¿hay algún Dios que se esté riendo ahora mismo?

– No. Sólo tú eres responsable de tus actos. Sencillamente: si no estudias no apruebas.

– Voy a catear. No se me ocurre nada que decir sobre esta mierda de texto…Voy a engrosar la lista del paro. Mi madre me mata…


 

¿Recuerdas como querías ser cuando eras pequeño?
crecer es darse cuenta de que la vida no es como quisieras que fuera
todo es mucho más complejo
responsabilidades, luchas, deberes,
sonreir cuando no te apetece
mentir para no hacer daño a la gente que quieres
fingir cuando perfectamente sabes que te mienten
¿merece la pena hacer lo que se supone que debes más veces de lo que realmente quieres?
¿Por qué terminé haciendo lo que todos hacen si se supone que siempre me sentí diferente?
he sido un cobarde disfrazado de valiente, siempre pendiente del qué dirá la gente

daniloko
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1 Comentario

  1. Yizeh dice:

    Hola, Daniloko. Te recuerdo que tienes que poner un título. Tu relato se queda como borrador hasta que lo edites. No dudes en consultarnos cualquier duda que tengas.

    ¡Un saludo!

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