Una fijación erótica.

Mi fijación erótica en los senos femeninos tiene una base muy fuerte, en mi infancia. Tenía apenas tres años, cuando nació una de mis hermanas. En ese momento, me dieron unos ataques tremendos de celos, que me llevaban a ofrecer periódicos y revistas, a las personas que nos visitaban, para que se llevasen envuelta en ellos a mi hermana, según lo que me contó mucho tiempo más tarde mi madre. Pues bien, una muchacha interna, muy joven, -tendría sobre 18 años-, se compadeció de mí, y se ofreció a darme de mamar, como hacía mi madre con mi hermana. Por supuesto, la chica no tenía leche, ni mucho menos, pero yo recuerdo aquellas succiones secas, de una forma muy real y, a pesar de que sólo tenía tres años, no le dije nada a mi madre, hasta unos años después de que la muchacha dejase nuestra casa.

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