La suplantación.

Un amigo mío estaba muy triste porque se había muerto otro íntimo amigo suyo, en unas circunstancias escandalosas, hecho del que se había enterado todo el mundo y, por supuesto, su viuda. Entonces, mi amigo, me hizo una confidencia sobre como había tapado al fallecido para que su mujer no descubriese una de sus numerosas infidelidades. Este último en un viaje había entablado amistad con una azafata y quedado con ella, para ir a un hotel, al llegar a la ciudad destino del viaje. Alquilan un coche con tan mala suerte que sufren un accidente, con el resultado de quedar el vehículo destrozado y la mujer con unas heridas leves. Ante la situación planteada de tener que ir el hombre a declarar, aunque el vehículo se había alquilado a nombre de la azafata, aquél decide llamar a mi amigo para que lo sustituya, declarando e identificándose ante la policía como si fuese él. Y eso fue lo que hizo mi amigo. Ese fin de semana, los dos amigos, con sus esposas fueron a cenar para celebrar que el infiel hubiese sido nombrado presidente de su empresa. Por supuesto, mi amigo también tuvo su recompensa, al decirle el nuevo presidente que iba a proponer al consejo de administración su nombramiento como director general adjunto.

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