Las joyas de una vida: capítulo 5
- publicado el 12/01/2011
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La suplantación (2).
Este relato lo es de un hecho real que, tal como me lo contaron, lo cuento:
«Transcurría el año 1967 y, estudiando tercero de mi carrera, me apunté para hacer las pruebas físicas, para entrar en las milicias universitarias. Al cabo de unos días, me entero de que la policía está haciendo preguntas a personas que se relacionan con mi padre, sobre su comportamiento político, y su opinión sobre su forma de pensar. Alarmado, pregunté a mis padres, por las razones de un hecho tan extraño, y entonces me contaron una historia que me heló la sangre: en los primeros años de la Guerra, mis abuelos recibieron una visita, de unos falangistas, para que mi padre se personara en una dirección determinada, para interrogarlo sobre ciertas actividades políticas, anteriores a la guerra (en concreto, sobre su participación en mítines y reuniones políticas, como miembro de las juventudes de izquierda republicana, el partido de Azaña). En ese momento, mi abuela le dice a mi abuelo, que se presentase por mi padre, al disponer ambos de una característica especial, -que al final fue lo que salvó a mi padre de que le diesen el «paseo»-, que era que tenían el mismo nombre y también, los dos apellidos. «Preséntate por él, que a ti no te va a pasar nada, y a nuestro hijo, nos lo matan». Efectivamente, llega allí y extrañados, comprueban que él no puede ser esa persona que figura en la lista como miembro de las juventudes de izquierda socialista. Lo dejan salir, mi padre se salva de ser paseado, y yo puedo contar el haber nacido. Sin embargo, quedó una ficha con su nombre, más allá de treinta años. Yo, por supuesto, renuncié a hacer las milicias universitarias.»
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No había leído este histórico relato, de casualidad estaba debajo de, creo que el último día y lo pinché… me enganchó desde el principio por saber que era veraz, como dicen los chiquillos de ahora:¡qué fuerte!, es la expresión que más lo define. Una historia triste, tener que, por salvar a un hijo exponer su vida, ¡cuántas como ésta se han quedado sin contar!ería será un número grande seguro.
Siento este capítulo «penoso» y me alegro que no tuviera graves consecuencias, gracias a ello podemos conocer la historia de España, capítulos de estos deberían ser contados para no llegar nunca a una guerra, que deja injusticias cómo la que nos acabas de contar.
A mi abuelo le pasó siendo del bando contrario, a él si le dieron el «paseíllo» en Málaga, tiró el paraguas del camión donde los llevaban y pidió lo parasen para recogerlo y ahí tuvo la oportunidad de escaparse… pero él sólo, los demás no corrieron la misma suerte, así pudimos «gozarle» leyendo sus poesías, fué un gran poeta y una bellísima persona… además de mi padrino.
Un abrazo y siento que tuvieras que vivir ese episodio en tu vida y la contrariedad de no poder por ello cumplir lo que en aquel momento te apetecía, seguro que fuiste recompensado por otro lado…
Victoria.