Epílogo de "Aún sin nombre..."
- publicado el 12/11/2009
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DOS AMIGOS
DOS AMIGOS
Se encontraban a veces. También con sus parejas.
Pero la relación empezó a complicarse con el devenir de la tecnología. Ambos eran espabilados y usaban de ella. Pero uno empezó a exagerar.
Cuando se encontraban uno de ellos, no dejaba de ver de reojo el teléfono viendo los llamados y mensajes que recibía de sus clientes. El otro, inicialmente, no se fastidiaba, pero empezó a molestarse debido a que las conversaciones entre ellos, se cortaban demasiado por el teléfono del otro.
Se lo dijo.
Se lo repitió, pero nada. El otro seguía como un poseso pendiente de las luces y los sonidos cambiantes del maldito aparatito negro…
El tema de la dispersión no se reducía sólo a los encuentros. Cuando hablaban desde sus casas por teléfono, el otro se daba cuenta que la conversación incluía al ordenador o la tableta. Y la conversación seguía siendo entrecortada, porque es muy difícil, mantener dos frentes simultáneos.
Pero se dijo:- lo estimo y son muchos años de amistad, ya se le pasará…
No se le pasaba… Y sucedió en un encuentro de café.
En un momento, el otro dejó de hablar y el obseso del teléfono no se dio cuenta porque estaba contestando un mensaje y luego hablando con otro cliente.
Cuando terminó y quiso retomar el diálogo dijo: -en qué estábamos?.
Pero no recibió ninguna respuesta: frente a él, había un amigo muerto.
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