EL HECHIZO

El caballero cabalgaba sin descanso entre las montañas azuladas, con su daga discretamente empuñada, ocultándose en la bruma de la noche.

Habían pasado los amantes toda la noche anterior juntos, pero un maleficio fatal había evaporado a su dama justo al amanecer. Trató de atraparla, pero solo pudo coger entre sus manos los primeros rayos del sol.

Iba a ser acusado de alta traición, por robarle al rey el corazón de su amada.

Sí, huía, pero soñaba con el instante en que se mirasen la luna y la estrella del alba para un fugaz encuentro amoroso.

Soledad Garcia Garrido
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