La presa

-¡Cuidado!  Lleva algo entre las manos y su cara esta ensangrentada. Papa corre, esa criatura quiere separarnos para vencernos.

-Tranquilízate hijo. No me sueltes.
Y cayeron por el abismo cogidos de la mano y tras ellos, muy cerca, el ensangrentado ser que atraviesa el agua de la catarata, que vuela, corre, salta y casi lo agarra del cuello en su caída.
Cuando abrió los ojos la angustia le resecaba la boca. Buscó la luz y resopló. Su perseguidor descanso en la orilla de río, escondido tras las rocas, sólo tenía que esperar que el niño volviera a dormirse.

Montesinadas
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