Undying

No podía creer donde estaba.

El bosque, verde en su cabeza, era de un morado suave. Mirara donde mirara veía flores brillantes que se cerraban y abrían a voluntad propia. Unas haditas revoloteaban no muy lejos de ellos. El lago cantaba cuando sus aguas se movían y las estrellas nunca habían estado tan cerca de ella.

– No es mucho, pero es todo lo que tengo.

– Es perfecto, Erik.

La chica rodeó al vampiro con sus brazos y, sin importarle que no hubiese guardado sus colmillos, lo besó.

Aprendería a vivir en la oscuridad. Sólo por y para él.

Laura Guerrero Vara
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