La caja de los muertos

Dios me obliga a ir siempre un paso al frente, sólo un paso cada vez y siempre al frente, nunca para atrás. A menos que algún enemigo se coloque a la izquierda o a la derecha porque entonces, si me lo ordenan, lo mato. Depende pues de Dios que mate o siga otro paso al frente y otro y otro más, así hasta que me maten o alguien me impida avanzar. Ésta es mi vida, ir directo a la matanza mientras que, en la retaguardia, el rey se esconde rodeado de torres y protegido por su fiel caballería. Una vida vulgar y un triste destino el mío… y ahora, si me disculpan, con pesar debo dejarles: veo en la lontananza como un alfil enemigo se desplaza en diagonal a toda velocidad hacia mi casilla. Me temo que en una fracción de segundo estaré de nuevo en la caja de los muertos.

Ignacio Aguado Fernandez
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