Aun sin ser poetisa (Soneto alejandrino)
- publicado el 20/02/2014
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Amarte mientras me desnudas el Alma.
O mejor dicho amarnos mientras nos despojamos de nuestras penas, atreviéndonos a atravesarnos no literalmente, pero si poéticamente, mientras versos tras versos, y con unas cuantas caladas al cigarro de la Soledad, nos hacemos compañía.
Tú con tu porte de hombre que esconde misterios en sus ojos. Yo con pluma en mano, mientras el corazón se aceleraba como caballo desbocado en un gran terreno desconocido, con la intención de desvelar todos aquellos secretos que tus labios encierran.
Nos miraremos con la picardía de dos amantes capaces de matar a los monstruos de ambos, aunque conlleve en sumergirnos en la agridulce sensación de estar haciendo una completa locura. Pero, ¿Y las bonitas que son? Lo haremos, apenas queriendo y sin querer, recorriéndonos con nuestras voz el cuerpo del otro, acariciándonos los oídos con los más sutiles poemas de los cuales cuatro, si, cuatro, se cumplirán.
¿Por qué cuatro, y no cinco o seis? Porque cuatro es par, porque dos más dos son cuatro, y porque es un numero que conlleva un dos implícito aunque no se vea. Nos diremos aquellas palabras que suele esconder el silencio, y hoy, en el filo de nuestros sueños, atreveremos a gritar, desgarrándonos el alma rota – pero que después de esto, saldrá como nueva-.
También seremos como aquellos desconocidos, compartiendo preocupaciones, mientras nos desnudamos de cuerpo, de alma, y de pensamiento, sin temor a que el otro lo pueda contar a algún que otro conocido.
Dejándonos de hablarnos, mirarnos y comernos con la mirada, acabaremos complaciendo al deseo de nuestras rimas… En la cama nos encontraremos, revueltos entre sabanas y sin miedo.
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