EL VASO DE AGUA
- publicado el 26/05/2019
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Matar la inocencia
Adonis era un niño grande, alto, desgarbado y siempre vestido con una gastada gabardina de la que colgaba sujeta al cuello de esta por la espalda un enorme paraguas negro. Conocía a todo el mundo por su nombre y todos en el pueblo le conocían y querían a él. El 18 de Julio de 1936 el pregonero convocó a nerviosos toques de trompetilla a todo el pueblo en la plaza del ayuntamiento. Allí estaban el alcalde, el sargento de la Guardia Civil y una docena de hombres con camisa azul. Fue el mayor de estos el que se dirigió a los presente para comunicarles el glorioso alzamiento nacional. Adonis, ajeno a lo que significaba aquello, no dejaba de interrumpir la encendida soflama del falangista, riendo y girando sobre si mismo a modo de baile. A una señal del orador uno de sus compañeros dio varios pasos al frente hasta situarse frente a Adonis y sin más preámbulos le descerrajó un tiro en la cabeza ante la horrorizada audiencia. Adonis cayó al suelo como un muñeco de trapo, los ojos muy abiertos, en los labios la más hermosa de sus sonrisas.
Doa
Sada 18 Julio 2011
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Ainss pobrecito Adonis, conmovedor
y real Aurora, un saludo