EL VECINO

Desde la habitación de su hermanita se escuchaban los ruidos espectrales que el viejo vecino hacía cada noche, sabedor de que ambos se abrazaban aterrados al otro lado de la pared. Era un juego emocionante. Hasta que un día, viéndole bajar las escaleras, se les ocurrió la idea. Menudo chasco. Ahora que se ha convertido en un fantasma de verdad ya no es divertido, siempre está callado.

Concha Garcia Ros
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