Un Alma en Pena.
- publicado el 28/01/2009
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Tremendamente deliciosa
Queridísima Susana,
Estoy seguro de que en estos momentos todavía estás muy preocupada por la falta de tu hermana María. Hace ya una semana que no sabes nada de ella, pero no te preocupas, te escribo para darte tranquilidad.
Pero tú ya te imaginas algo, ¿verdad? Siempre he oído que los hermanos gemelos tienen una conexión especial que los une a través de los sentimientos y esto hace que si a uno le pasa algo, el otro, de alguna forma, lo sabe. Sabrás entonces que tu hermana no está sufriendo, yo te lo puedo asegurar. Y es que de hecho está conmigo. Bueno, parte de ella.
Verás, ella se ofreció. Decía que no y se resistía, pero es parte del juego, a todas os gusta jugar así. Pero no me entiendas mal, no es nada sucio, realmente me ofreció su cuerpo. Y estaba delicioso. Comencé por los muslos, la parte más carnosa y jugosa. Soy un glotón. Fue un magnífico estofado, han valido la pena esas sesiones semanales de yoga. Materia prima de primera. Los dedos los corté en trocitos y los pasé por la sartén acompañados de patatas fritas. Unos bocaditos exquisitos, tenía las manos perfectas. Aunque pasé bastante trabajo arrancándole las uñas. Esas prótesis que os ponéis llenas de barnices tóxicos no tienen razón de ser. En fin, una buena parrillada con las costillas, sin un gramo de grasa de más. Ha sido una experiencia insuperable.
La razón por la que te escribo esta carta es que tu hermana María estaba tan tremendamente deliciosa que me encantaría repetir. Normalmente no tengo esa posibilidad, como podrás imaginar. No querría desaprovechar esta oportunidad.
Cuídate mucho, por favor. Nos veremos muy pronto.
Tu Chef.
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