El séptimo lienzo

Querida inspectora Jackson:

 

De nuevo ha perdido usted la batalla contra el reloj, ha llegado tarde. La pobre chica ya no está con nosotros, cada tictac se ha clavado en su delicada tez como un puñal haciendo resonar sus gritos con el avance del minutero. ¡Qué importante es el tiempo a veces! La verdad es que la muchacha se ha resistido mucho, apenas me quedan fuerzas en los brazos para escribir así que cúlpela a ella de mi horrible caligrafía.

Una vez dejada clara su incompetencia me dirijo a usted para presentarle mi séptima maravilla, el lienzo perfecto: Amanda. Su grácil figura y su piel tierna y pálida han hecho de mi obra la más hermosa representación de la muerte. La encontrará en la cocina. Vaya rápido, no se entretenga, es mejor saborear el frescor.

¡Voilà! ¡Increíble! ¿No es cierto? ¡Qué belleza! Mire cómo resalta en la blanca pared el carmín de su sangre con pinceladas de un rojo intenso que reflejan la fuerza de sus últimos minutos. A los pies, el río púrpura lleva a la mesa donde Amanda yace sonriendo a la fortuna mientras alza el cuchillo ensangrentado con el que ha perdido la vida. Fíjese en su mirada, sus ojos inexpresivos congelados en el horror observando el vacío, encerrando la llama del fuego que ardía durante su ejecución. ¡Es maravilloso! Contemple el terror salpicando su cuerpo, quebrándolo en dolor sobre un manto negro que lo envuelve para acompañarlo a las tinieblas. Observe con detalle la elegancia del dibujo sobre su dermis, el minucioso trabajo de las líneas desiguales que simbolizan su fatal desenlace: estrías que nacen finas y afiladas desde sus extremidades y acaban muriendo profundas y vastas rodeando su corazón indolente.

Como ve, el fin de la vida es un arte, no se le pueden cortar las alas a un virtuoso artífice, así que déjeme seguir creando. Sólo avanzo lo inevitable, eludo la desgracia de una vida desaprovechada creando un precioso final.

No atormente sus noches por no poder atraparme señorita Jackson, el destino tiene pensado un bonito encuentro para nosotros. Tengo entendido que hoy ha recibido mi ramo de rosas negras en la oficina. Sí, era mío. No lo tome como algo personal, simplemente es la candidata perfecta.

 

Siempre suyo,

El pintor de la rosa negra.

Irene Sanchez
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