ODIO

Odio que aplaste el tubo de la pasta de dientes por la parte delantera.

Odio cuando prácticamente no termina de comer y ya está recogiendo la mesa.

Odio que cambie compulsivamente de canal una y otra vez, sin ver nada en concreto.

Odio que me haga quitarme  los zapatos para entrar en casa.

Odio que me hable continuamente cuando intento leer.

Odio que me recrimine una y otra vez que le dejo la temperatura del tostador muy alta y se le quema la tostada.

Odio tantas cosas…

Pero sin ella no habría tostadas quemadas, ni tubos de pasta de dientes aplastados por donde no se debe. La mesa se recogería demasiado tarde y ver la tele o leer de un tirón sería demasiado aburrido. Y, ¡qué sería de mí si no me quitase los zapatos al entrar en casa!

Si no tuviera todas esas cosas para odiar, mi vida no sería vida. Por eso la amo, por enseñarme a odiar esas pequeñas cosas que hacen que la vida a su lado merezca la pena.

Luisfer
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