La señora y el caballero
- publicado el 29/04/2014
-
Felinos de viento
– ¡Ssshhhhh!, non ronques e guarda silencio, ¡pardiez!
– ¿Qué mantiene en vilo a vuesa merced?
Y en esperando la respuesta que Don Chicote de la Cariancha, a horcajadas de Remugante, dióle de espuelas y en desbocada carrera lanzóse. Tras estrepitoso e supitaño impacto cayóse de su montura.
– Non alcanzo a verle en la oscuridad, ¿dónde está? – preguntó Pancho Chanza falto de resuello.
– Acullá maltrecho yazco sobre el suelo yermo. Una manada de deshambridos tigres embistióme sin clemencia.
– ¿Por ventura beodo de vino se halla? ¿Qué tigres?
– A tu derredor, ¡zote! ¿Acaso non ves sus ojos escudriñadores de felino ni sus zarpas amenazantes?
– Non se me arrufe. Aunque bien le puedan parecer ojos y zarpas de tigre, non son sino luces y hélices de torres de energía eólica.
– ¿Osas mentar a la deidad Eolo con semejante afacimiento? ¡Mal rayo te parta, non seré yo quien luego te guare! ¡Lijoso, fedroso de disentería!
– Energía eólica, le repito, hidalgo de cuatro costados. ¿Non la miembra dese libro que tiempo ha con fruición devoró? ¡Qué cosas de inquerir a vuesa merced, si ni siquiera sus yelmos de hojalata recicla!
- Felinos de viento - 29/04/2014