El trovador

Había un pequeño pueblo
sumido en la tristeza.
Ninguna cara alegre había
aunque fuera día de fiesta.
Cierto día, un trovador llegó.
Pasmado quedó por tales calles sombrías.
Corrían rumores de que su música
encantaba, como obra de hechicería.
El trovador tocó su laúd.
La gente, hechizada, bailó hasta quedar sin aliento.
Y gracias a su preciosa virtud,
todos volvieron a estar contentos.

Ursula M. A.
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